En otros tiempos, las noticias falsas que se publicaban solo
se difundían a través de los medios de comunicación: prensa, radio, televisión;
al no ser anónimos estos medios ya se procuraban de cerciorarse de la
verosimilitud de las noticias con el fin de evitar demandas millonarias; ahora
no son esos medios las que las difunden, sino la gente en sus redes personales,
amparándose en la mal manoseada libertad de expresión y el anonimato. Y no
hallando el modo de poner fin a esta lacra mundial.
Es tan grande el morbo contenido en el ser humano que las noticias falsas y truculentas son más llamativas y viajan mucho más rápido y se consumen antes que las verdaderas. Como los magnates de Facebook y demás ricas subsidiarias no les interesa hacerse responsables de los contenidos vertidos en sus plataformas, porque para ellos es más rentable publicar cualquier contenido que la calidad del mismo.
Se ocupan tan sólo pacatamente en tapar y censurar pezones, aunque
estos pezones sean muestras de tatuajes para aquellas mujeres que las habían
reconstruido el pecho tras una mastectomía, confundiendo torpemente la
pornografía con el arte.
Los humanos por nuestra naturaleza estamos confeccionados para creer a nuestro prójimo, y en los nuevos tiempos que corren eso puede ocasionarnos desagradables disgustos si estamos frente a una computadora.
En el mundo que se conecta a Internet la
mentira cobra una dimensión gigantesca, acarreando a la democracia graves e
imprevisibles desgracias, vulnerando el acuerdo social que están obligados a
cumplir los señores del castillo con sus gobernados.
Si te mienten descaradamente los políticos que ostentan el poder y si la sociedad no los castiga por ello, sino que incluso les vota, la tentación de hacerlo anónimamente es incontenible.
Estas mentiras las agradecen mucho nuestros cuerpos si nos dan la razón y confirman nuestras teorías aunque estas sean unas barbaridades; como ocurre que atravesamos épocas de incertidumbre, nos las cuelan con más facilidad ya que estamos más proclives a polarizar nuestras ideas; de manera especial en España estas hipótesis toman más verosimilitud debido al carácter extremista de nuestras decisiones; los españoles no deseamos debates ni intercambios de ideas o razonamientos, gritamos: sí o no, derecha o izquierda, pobre o rico.
No es en absoluto necesario poseer una inteligencia superior a la media o unos estudios superiores para que nos cuelen algún camelo.
Cuanto más sofisticada y extravagante sea la falsedad, pensaremos, de manera
ingenua, que gracias a que nos creemos muy listos y cultos, esa mentira
estrambótica nos parecerá razonablemente creíble.
Los entendidos de estas situaciones nos
aconsejan que el desmentido no sea complicado de explicar y que no lo
desmintamos repetidas veces ya que esto produciría un alcance mayor del bulo.
Resulta que si eres de aquellos a quienes se les ha colado la falsa noticia, si
te la desmienten muchas veces, te ofendes.
Finalizaré este escrito, benditos lectores, con una aseveración muy inquietante: más peligrosas que las fake news son quienes subestiman o desprecian su poder.
Después de casi siete años de disfrutar de vacaciones, las musas de Ismael Serrano están de vuelta. Este madrileño nos ha regalado un manojo de canciones y las ha titulado: “Seremos”. La canción que os dejo hoy es: “Fahrenheit 451”.
En ella toma como referencia la novela de ciencia ficción
“Fahrenheit 451” de Ray Bradbury escrita en 1953, donde se interpreta
históricamente la quema de libros para reprimir ideas disidentes, guiada por
los medios de comunicación con el objetivo de reducir el interés por la literatura.
Acertada comparativa a los bulos que cada día y con mayor intensidad navegan
por Internet.
Arde el papel,
la llama sale de la pantalla
y los bomberos saludan desde el televisor.
En la pared
bailan las sombras. Vuelan pavesas.
Un nuevo drama para animar la programación.
Vuelta a empezar.
Un nuevo bulo congela el mundo.
Golpe de estado y risa enlatada en el matinal.
Hoy la verdad
es accesoria. Una buena historia
no necesita ninguna dosis de realidad.
Fahrenheit 451.
Señales de humo en tu boca herida.
Hoy la red es tierra quemada
y avanza la nada en mundo fantasía.
Y bajo la tormenta
tu voz tapando el ruido,
salvando los poemas,
los versos de algún libro.
Arde internet. Salva tu vida.
Una estampida portando antorchas
busca razones donde no hay.
Echa a correr.
Los libros arden y el disparate
se normaliza. La fiel audiencia
aplaude en “prime time”.
Vuelta a empezar,
un nuevo día en el que la vida
se nos ha ido buscando una quimera virtual.
Navegarás un mar oscuro
y será duro diferenciar
entre el espejismo y la realidad.
Fahrenheit 451.
Señales de humo, arde mi cabeza.
Veo, a mis pies, rotos los cristales.
Nada que no tape una gran bandera.
Tras las conspiraciones,
sólo niebla y griterío
para no encontrar razones,
para no hallar el camino.
Fahrenheit 451.
Señales de humo en tu boca herida.
Hoy la red es tierra quemada
y avanza la nada en mundo fantasía.
Fahrenheit 451.
Señales de humo, escucha mi voz.
¡Hay que ver!, profetas del odio.
Es un buen negocio repartir rencor.
Y, bajo la tormenta,
bailando tus latidos,
salvando los poemas,
los versos de algún libro.
Qué sutileza o "descuidado desliz" con las fotos "tan buenas" que ilustran su artículo Sr. Oscar.
ResponderEliminarNo hubiese estado mal incluir fotos (también sutilmente) de La Sexta TV, el País, Público, La Tuerka, etc..., así tendría más visos de verosimilitud y ecuanimidad el artículo de opinión, aunque en su caso, es "pedir peras al olmo".
Cuanto ingenio y sagacidad desaprovechada!!!
ResponderEliminarNo le recompensa el vulgo con participación en el debate y puede que con la lectura sesuda de sus sesudos e inteligentes artículos, cuya comprensión solo está al alcance de mentes cultivadas como la suya.
Desconocía que el "mundo del reciclaje" esté tan ilustrado.
¡En fin... el vulgo es... vulgo! Ya lo dice el Sr. Monedero.