Ha quedado demostrado de modo palmario, una vez más, cómo los
distintos grupos de pensamiento de la derecha española “hacen piña” en sus
llamadas de convocatoria nacional, cuando la izquierda sin denominación de
origen toma el poder y se dispersa, perdiendo el contacto con aquellos votantes
que les han instalado en la Moncloa; cuando sufren lagunas mentales en cuanto a
sus promesas electorales; cuando cambian de rumbo y de opinión cada diez
minutos; cuando discuten estúpida y públicamente entre ellos simulando sainetes
de “Matrimoniadas” (serie televisiva
de los 80 de José Luis Moreno); cuando tienen poco tino a la hora de
seleccionar cargos ministeriales; y cuando consiguen, cada vez más, parecerse a
una copia del Partido Demócrata de los Estados Unidos (asunto con el que a
Felipe González le sobrevienen orgasmos).
Si levantamos
el trasero del sillón y abrimos un libro de historia o le damos a la tecla
Google escribiendo: Coaliciones de partidos de derechas en España, podremos
leer:
--- CEDA. Coalición Española de Derechas Autónomas, fundada
en 1933 por José María Gil-Robles. Agrupando a los partidos de derechas y
católicos.
--- FET y de las JONS. Fundado en 1934. Constituido por
Falange Española Tradicionalista, liderado por José Antonio Primo de Rivera; y
la Junta de Ofensiva Nacional Sindicalista con Onésimo Redondo y Francisco
Ledesma al frente de la misma.
--- AP. Alianza Popular en 1977 con Manuel Fraga de general
en jefe con siete ministros de Franco al frente de las coaliciones: Reforma
Democrática, Unión del Pueblo Español, Acción Democrática Española, Acción
Regional, Unión Social Popular y Unión Nacional Española.
--- PP. El Partido Popular se formalizó en 1989 con el mismo
Fraga. Posteriormente a esta fecha se añadieron algunos “realquilados” de UP y
N, Unión del Pueblo Navarro; y la facción más “convenida” de Ciudadanos.
Como hemos leído, todos ellos muy patriotas, muy españoles y mucho españoles (M punto Rajoy), muy conservadores (¡quién lo diría!). En general muy compactados, sin fisuras ni resquicios ideológicos diferentes a los de “la casa madre”.
Aptitud
lógica esta, ya que estos partidos se han caracterizado desde siempre en cuidar
muy bien de los intereses comunes de los miembros del partido, mande quien
mande. Tratando, en todo momento, de ocupar el extremo-centro del marco
político; aunque en estos últimos años esté haciendo hedredoning puntuales con el partido de ultra-derecha Vox.
Si ustedes, benditos lectores, no son demasiado jóvenes recordarán la letanía que José María Aznar le arrojaba cotidianamente cuando al frente del gobierno estaba Felipe González, exigiéndole: “¡Váyase señor González!”. Al final, lo consiguió y perdió las elecciones el sevillano.
Varias décadas después, como en su día
funcionó, Pablo Casado le vocea en sus mítines y declaraciones a Pedro Sánchez:
“¡Dimita señor Sánchez!”. Y, si sigue así, le funcionará de nuevo.
Sánchez, al parecer, no pretende hacer caso de la historia pasada, y la historia mantiene que, si los gobiernos de izquierda reculan en sus postulados, los partidos de derechas avanzan en la misma proporción.
Se comprueba que estos últimos años Sánchez se ha pasado la mayor parte de su gestión gubernamental ambicionando seguir en el poder; pactando entre vómitos con el partido político se llame como se llame; sin percibir la máxima de que sólo con los votos de los ciudadanos socialistas podrá gobernar un partido socialista. Y Sánchez los tiene más que abandonados.
La canción que pongo hoy es del cantautor uruguayo Daniel Viglietti (1939-2017). Su título “Soledad Barret”. Nombre de una mujer paraguaya (1945-1973) que dedicó casi toda su vida a denunciar las injusticias sociales en todas las dictaduras de Latinoamérica y que murió torturada por unos nazis brasileños. Les recomiendo el poema de Mario Benedetti “Muerte de Soledad Barret”, contenido en el libro “Emergencias” de 1973.
En Castellón hay una comida que dicen típica. El empedrao. Se mete en la olla todo lo que se tiene a mano, a trocitos, y a hervir.
ResponderEliminarY sale un artículo con un principio amalgamado y un final apegado.
Lo que mas me llama la atención es el carácter mágico y definitivo atribuído a eso de ¡váyase! y que el otro se vaya. Tanto lío y va y hay un conjuro brujo para desmontar gobiernos.