Esta vida es muy ingrata. Te vas para el otro barrio y ya no se acuerda de tí "ni dios". Este es el caso -¡hay muchos más!- de Manuel Martinez Vinader "El Rojico" que nos dejó en el 2006. Es de agradecer que este año se haya roto la norma: "El Ayuntamiento aprobó hace unas semanas que una calle de Caudete lleve su nombre". ¡Ya era hora!.
Además de al Rojico, también le vamos a dedicar el nombre de una calle a las siguientes personas: Pepe Amurrio, Antonio Conejero "el Pelao", a los Sanitarios/as, a Miguel González Palafon, a la ex Alcaldesa Elisa Pagán, a San Pablo II y a Francisco Sivó Sánchez. Estamos ya casi en campaña electoral y este año entregamos, ademas de Ciervas, calles. No obstante, ¡nunca es mal año por mucho trigo!...
Muy pocos caudetanos tienen en la Oficina de Patentes de Madrid registrados tres inventos tan útiles para la sociedad como tiene el Rojico: el paellero, la válvula de retención y un aparato fonador.
"Fue un 12 de diciembre de 1910, el mismo año que Francisco Albalat inauguraba la Plaza de Toros "Arenas de Caudete", cuando vino al mundo uno de los caudetanos más singulares del pasado siglo.
Autodidacta, con un humor a prueba de bomba y con una imaginación poco común, muchos ingenieros se quedaban admirados al ver cómo resolvía o afrontaba Manuel Martínez Vinader, alias "el Rojico" cualquier asunto de mecánica que cayera en sus manos.
Con 22 años inventa un aparato fonador con el fin de que hablaran los que eran operados de garganta. Esta primera patente, de 1932, esta relacionada con la medicina y su afición a la música. Buscó un socio capitalista para comercializarlo, pero este se le volvió atrás.
La segunda patente esta directamente conectada con la gastronomía y con realizar las tareas en la cocina más llevaderas como es el popular paellero. Este invento lo desarrolla en 1954. Dos años más tarde, y relacionado con la hidráulica, el Rojico patenta una válvula de retención.
Y eso que no fue, como muchos en su tiempo, a la escuela. A la edad de 15 años deja de ir al campo a recoger leña para el horno de su padre y de realizar tareas agrícolas y entra a trabajar como aprendiz de mecánico con Francisco Sivó "el Monecillo" que tenía el taller frente al Mercado en lo que hoy es el "Bar Miami".
Al poco tiempo era quien abría y cerraba el taller demostrando interés y unas cualidades extraordinarias en el manejo de las herramientas y el metal.
En 1941 y tras realizar el servicio militar se establece por su cuenta montando el taller en la misma casa donde vivía, calle José Olivares, curiosamente la misma en la que años antes moría el maestro de música Benjamín Serrano.
Apunto este detalle porque nuestro protagonista, desde muy joven, fue un buen músico alternando el saxofón con la fragua durante toda su vida.
La mecánica... no tenía secretos. Lo mismo arreglaba una pistola que realizaba un trabuco, una espindarga o cualquier atuendo festero, construía una máquina segadora, reparaba la maquinaria de una almazara o fabricaba un original artilugio para cortar tortas de gazpachos. También arreglaba los instrumentos de música de la Banda.
El estudio del movimiento continuo le llevo muchas horas, al igual que a otros genios. Obras suyas se pueden admirar como el escudo de metal que hay en el altar de la Iglesia del Carmen realizado en 1957 o el del Paseo Luis Golf realizado en el verano de 1981. En el 1948 le construía un coche a Juan Revenga.
Me dijo en una ocasión que en aquella época eran tan escasos los coches en Caudete que todos los chiquillos iban detrás de él. Han sido más de 70 años dedicados a transformar un trozo de metal en un arma, una reja o un coche.
Recuerdo que con 84 años lo vi en el taller realizando una arma de avancarga en miniatura de gran valor artístico. "Es una forma de entretenerme", me dijo el maestro que era de los que trabajó para vivir y no lo contrario.
Algo bohemio, de mente lúcida, sentimental y extrovertido, amigo de todos, nuestro paisano fue una institución en su pueblo. Armero, inventor, artesano, músico, fontanero, mecánico, herrero, artista... su carnet de identidad podría llevar cualquiera de estas profesiones.
Yo prefiero llamarle maestro... porque lo fue. Ya van quedando pocos. Hace 500 años hubiera sido un destacado representante de ese Renacimento que surgió en Florencia y Siena.
De joven practicaba el frontón y el fútbol aunque su verdadera pasión fue la música. Desde los 13 años recorrió todos los pueblos de alrededor tocando en la Banda. En 1942 rehusará una oferta que le hace su primo Manuel Vinader Díaz (44 años solista en la Banda municipal de la capital de España) para irse a Madrid como músico profesional en una Orquesta.
En una entrevista que le hice recordaba el premio que recibieron en un certamen en Almansa, en 1934, bajo la batuta de Juan Ángel Amorós en la interpretación del pasodoble "Ese es el mío" donde tocaba un solo de saxo.
Estuvo en la Banda con siete directores: Benjamín Serrano, Luis Gíl, Manuel Ángel Amorós, Antonio Gilabert, Antonio Peña y Vicente Puchades con el que solo participó en una procesión. Durante todo este tiempo fue el mantenedor de los instrumentos de la Banda. El día que le hice una entrevista acababa de arreglar una flauta.
"Me considero -me dijo- de la escuela del maestro Luis Gíl". Para él, uno de los mejores músicos que ha pasado por la banda es el trompeta José Camus, que actualmente se encuentra en el Japón. Otra de sus aficiones era el cine. Durante muchos años llevó la máquina del Cine Calderón.
Cafetera que fabricó para el Bar París.
"El Rojico", que se definía "festero de los de ayudar" fue de los primeros socios de la Comparsa de Guerreros. También perteneció a la de los Mirenos. Fue coetáneo de otros muchos artistas locales de otros gremios, algunos ya desaparecidos que, a su modo, han creado escuela.
"El Rojico", que se definía "festero de los de ayudar" fue de los primeros socios de la Comparsa de Guerreros. También perteneció a la de los Mirenos. Fue coetáneo de otros muchos artistas locales de otros gremios, algunos ya desaparecidos que, a su modo, han creado escuela.
Se trata de una singular generación de hombres ilustres que les tocó salir adelante con pocos medios y mucha miseria -entonces se pasaba hambre- pero con un elemento común a todos: su "caudetanismo".
Por esa escuela de posguerra -todos nacidos a principio de siglo- donde la asignatura sobrevivir era la más difícil de aprobar, han pasado alumnos como Agustín Vila, los Campaneros, Pérezgil, Jesús Sánchez Díaz, Pedro Sánchez, Evaristo Bañón, Pedro Torres Cotarelo, Ángel Lillo, Elías Bañón, Rafael Requena, D. Julian Huesca, Manuel Ibáñez, José Pérez Gíl, Juan José Esteve, Rafael Martinez, Juan el Marqués, Juan Ángel Amorós, Francisco Molina..... algunos de ellos hacían rancho aparte en la famosa "Academía" que presidía el pintor Pérezgil.
Ya sé que al dar nombres he corrido el riesgo de dejarme en el tintero el de algún alumno destacado de la época de "el Rojico". Pero, es un riesgo que creo que ha valido la pena. A Manuel Martínez Vinader, y a todos aquellos compañeros de su Escuela, un fuerte abrazo. Y desde luego: un acierto que una calle del pueblo donde nació lleve su nombre.
Buenos días Joaquin, te he mandado un mensaje a tu cuenta de messenger, sueles leer los mensajes? Si no es así, dame tu correo electrónico
ResponderEliminarEl rojo durante su vida si que ha recibido homenajes y reconocimientos, ENHORABUENA se lo merece, y una calle, es una calle, la familia debe estar contenta.
ResponderEliminarChimo ,. Benjamín murió en 1987, si no estoy equivocado.
ResponderEliminarComo curiosidad uno de sus nietos me comentó como se inventó el paellerde butano:
ResponderEliminarParece ser que estaba haciendo una paella a leña y cuando el arroz hervía a punto de terminarse se le cayó un cascote de la chimenea que les jodió la paella. El dijo (esto no me pasa otra vez)