Dos encapuchados agredían anoche al dueño de una casa mientras dormía. Su mujer y su hijo les plantaron cara y huyeron. Si el Alcalde no da la cara debería dimitir.

   Vaya semana que llevamos. Anoche, a eso de las 3:30 horas de la madrugada, dos encapuchados entraban en una vivienda de la calle Balsa del Moto. Tras romper el bombín de la puerta de entrada accedían al interior de la casa. Uno de ellos llevaba una azada y el otro una pata de cabra. 

    Las intenciones... no eran buenas portando este tipo de herramientas que una se usa en la agricultura y la otra en la construcción. Pero, ¡qué se puede esperar de unos "señores" que entran a una vivienda ajena  a las tres y pico de la madrugada con este tipo de utillaje!

          Los hechos discurrían de la siguiente guisa. El dueño estaba durmiendo en la planta baja muy cerca de la puesta de entrada. Sin dale tiempo a reaccionar le daban un fuerte golpe en el lateral izquierdo de la cara a la altura del pómulo. En el Centro de Salud tuvieron que darle varios puntos.

 Por la tarde, el ojo todavía lo llevaba morado. Estaba muy afectado. Tuvo mucha suerte porque el golpe lo recibió muy cerca de la sien. Podían haberlo matado y no se hubiera enterado.

    Su mujer y su hijo, menor de edad, estaban durmiendo en la planta superior. Al oír el ruido bajan y se encuentran a los dos intrusos. En vez de amilanarse les plantan cara. La mujer consigue en el forcejeo  arrebatarle a uno de ellos la azada y arremete contra él. El hijo se encara contra el otro. Le quita capucha  y lo reconoce.  

   El marido, aturdido por el fuerte golpe, se incorpora a defender a su familia. Su mujer y su hijo habían conseguido, con mucho arrojo, que los encapuchados desistieran de su objetivo y salieran huyendo como conejos amparados por la oscuridad de la noche.

Chapó por la decidida y valiente actuación de esta mujer y la de su hijo que se enfrentaron y redujeron a los dos  encapuchados... poniendo en riesgo sus vidas. El marido me decía ayer tarde que no se acordaba bien de todo lo que había ocurrido porque el golpe que le habían dado en la cabeza había sido muy fuerte.

     Queridos amigos. Un episodio más que afortunadamente ha tenido, como en el caso del estanquero, un final feliz porque los tres, marido, mujer e hijo, lo pueden contar.  

    Esta señora y su hijo se han hecho merecedores de mi simpatía y  admiración. No les han tenido miedo a los malhechores. Y eso es muy importante. Han sacado a la luz la rabia que desde hace años los caudetanos/as llevan conteniendo en su alma. 

    Si el Alcalde no sale mañana a los medios de comunicación a dar la cara después de lo del estanquero y lo de esta familia demostrará cobardía y falta de tacto hacia sus paisanos. Si continúa guardando silencio, que es lo que hasta ahora viene practicando, lo mejor que puede hacer es dimitir.  

     Y mira que se lo vengo diciendo a este hombre: cuando se gobierna un pueblo hay que estar a las duras y a las maduras. No es aconsejable, políticamente, guardar silencio ante este tipo de sucesos que generan mucho malestar e indignación entre sus paisanos. Usted mismo, señor Alcalde.