Las mujeres,
las minorías raciales, homosexuales y transexuales exigían legítimamente ser
incluidos en la sociedad democrática, faltaría más; algunos años pasaron hasta conseguirlo.
La revolución neoliberal, en estado larvario acabaría por destruir el New Deal
consensuado tras la Segunda Guerra Mundial.
Nuestra plenitud como personas y ciudadanos estaba condensada en el polígono: producimos, consumimos y disfrutamos. Los neoliberales lo ampliaron con una ambición económica imparable; lograron, sin despeinarse, hacer desaparecer la clase media. Nuestros gobernantes apenas se diferenciaban de los partidos de oposición; se distanciaron mucho de los gobernados.
Ellos, incorregibles corruptos, amigachos de sus amigachos, mentirosos compulsivos y sin actos de contrición. En el mientras, los inmigrantes llegaban, y llegan ilusionados por nuestra prosperidad y libertad. Las leyes las redactaban, a su gusto y a su medida, los poderes financieros.
Las
puertas giratorias centrifugaban a toda velocidad. Llegó el momento en que eso
que hasta entonces llamaban democracia representativa dejó de representar a la
clase media, pues esta no llegaba a pagar las facturas a final de mes y
trabajaba más horas que nunca.
La ciudadanía se partió en dos: ricos y pobres; los dos, potenciados en cada extremo en el transcurso de los años. El neoliberalismo había conseguido que la amistad fuese volátil; la familia, un vínculo pasajero; y el compañero sentimental, una carga.
Multitud de hijos de obreros conseguían las licenciaturas universitarias por obra y desgracia de las incomprensibles, partidistas y egocéntricas leyes de educación de demasiados Ministros que se empeñaron en anular la Ley del esfuerzo.
Estos jóvenes se disfrazaban de rebeldes en las tiendas pret a
porter inauguradas para tal fin. En definitiva, la juventud se amansaba en
manadas: punk, rocker, neonazi, heavy…
De repente (por escribirlo de algún modo irónico), surgió la furtiva crisis de 2008 y los gobernantes fueron gobernados por el mundo financiero, la brecha social aumentó junto con el desprecio a los políticos y a los banqueros.
Tan solo el grupo
Occupy Wall Street en Estados Unidos y el 15M en España hubieran podido
despertar pasiones productivas. En Estados Unidos no se bien lo que sucedió.
Podemos, en España, fue abducido por la política e implosionado por los
incontables grupos de discusión de la izquierda sin denominación de origen y
por la soberbia de su líder.
Las naciones se encerraron en sí mismas y dentro de ellas sus nacionalismos más férreos y estúpidos: Trump en EE. UU; Orbán en Hungría; los partidos ultraderechistas de Francia, Dinamarca, Italia, Polonia. Todos estos países querían levantar muros fronterizos más o menos transparentes.
Incluso, las distintas identidades de
las distintas izquierdas de los países, hacían divisiones entre los ciudadanos.
Los blancos exigían para los blancos; los negros para los negros; los judíos
pedían para los suyos; y los católicos, lo mismo.
Se agrupan unos contra los otros, señalando culpables y proclamando su particular victimismo. La ansiedad se apodera de todos. Al adversario político no se le trata como tal, sino como enemigo y se les tacha de malas personas. Gritaban:” ¡No somos los mismos, ni podemos serlo!”.
Hace años, la
suerte me acarició; y el señor Krahe, don Javier, tuvo la gracia de cantarnos
en casa de mi muy amigo Vicente, junto con un servidor, la canción que coloco
hoy. Del disco “Toser y cantar”. Canción “¡Ay, Democracia!”.
https://www.youtube.com/watch?v=q6Sw0evCIEw
Me gustas, Democracia, porque estás como ausente
con tu disfraz parlamentario,
con tus listas cerradas, tu Rey, tan prominente,
por no decir extraordinario,
tus escaños marcados a ocultas de la gente,
a la luz del lingote y del rosario.
Me gustas, ya te digo, pero a veces querría
tenerte algo más presente
y tocarte, palparte y echarte fantasía,
te toco poco últimamente.
Pero, en fin, ahí estás, mucho peor sería
que te esfumaras como antiguamente.
Los sesos rebozados de delfín
que Franco se zampaba en el Azor
nos muestran hasta qué grado era ruin
el frígido y cristiano dictador.
Fue un tiempo de pololos, tinieblas y torturas...
volvamos al aquí y ahora
donde tú, Democracia, ya sé que me procuras
alguna ley conciliadora,
pero caes a menudo en sucias imposturas,
fealdades que el buen gusto deplora.
Como el marco legal siempre le queda chico,
y a eso el rico es muy sensible,
si tirando, aflojando, empleando un tiempo y pico,
se hace un embudo más flexible,
que tú apañes la ley a medida del rico
al fin y al cabo es muy comprensible.
¿Pero qué hay del que tiene poca voz,
privado de ejercer tantos derechos,
porqué al nudista pones albornoz,
qué hay de los raros, qué hay de los maltrechos?
Y tus representantes selectos, Democracia,
tus güelfos y tus gibelinos,
cada día que pasa me hacen menos gracia,
sus chistes son para pollinos.
A enmendar tus carencias te veo muy reacia
y están mis sentimientos muy cansinos.
Y como ya me aburre decir continuamente
"eso no estaba en el programa"
no cuentes con que vaya hacia ti cuatrianualmente,
no compartamos más la cama,
vamos a separarnos civilizadamente.
Y sigue tú viviendo de tu fama.
Cuando veas mi imagen taciturna
por las cívicas sendas de la vida
verás que no me acercan a tu urna.
No alarguemos ya más la despedida.
¡ Que poca gracia les va a hacer a algunos el chiste de la viñeta ¡
ResponderEliminarCierto y no sólo idiota también tonto, pero no un poco tonto, tonto del to. :-)
EliminarLa democracia es un sistema tomado por los partidos, corrupto e injusto. Solo que cualquier otra alternativa que nos ofrecen me aterra.
ResponderEliminarEs lo que pasa cuando a cualquier sistema le incluyes el factor humano. Es como cuando a una comida, por muy buena que sea la receta, le echas ingredientes que no están en condiciones. Por muy bueno que sea el cocinero... Y si el cocinero es malo ya ni hablamos. Por cierto que el artículo tiene muy buena pinta... de Macedonia.
EliminarEsto se pone interesante. Está identificando a los progres con el neoliberalismo. Resulta que cumplen todos los requisitos que ennumera.
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