sábado, 9 de enero de 2021

"Mucho cuidado con la crisis"...primera parte, por Óscar de Caso. "Hay que tener cuidado con las crisis porque vienen cargadas de promesas y de maldiciones".

       Las crisis rompen la normalidad, abren los tarros de las esencias y también las cajas de los truenos. Regresan un aroma de muerte y de peligro. Son momentos en los que tenemos miedo, volvemos a pedir ayuda y también retornamos a organizar la ayuda mutua, que vuelve a ser una posibilidad. Son momentos de expresar obediencia a quien piensas que te puede salvar, y también de trenzar con tus iguales la solidaridad frente a la adversidad. 

   Las crisis son los momentos de los aprovechados y también de la comunidad, del grupo, del colectivo, del Estado. Con sus peligros y sus oportunidades. Si alguien piensa que no se va a utilizar la crisis para experimentar nuevas líneas del capitalismo, no conoce el mundo en que vive: hay que tener cuidado con las crisis porque vienen cargadas de promesas y de maldiciones.

          El Estado puede poner una vela a Dios y otra al Diablo. Es capaz de aplicar un Ingreso Mínimo Universal y de obligar a que los que más tienen, más contribuyan. Y también es capaz de dar cobijo a una rebelión de Generales, a conspiraciones de Jueces o a colocar una parte de su lógica fuera de todo control democrático en eso que vamos llamando Deep State (Estado hundido). 

El Estado es capaz de lograr que un país entero se quede confinado en casa durante meses, de señalar un objetivo contra el que dirigir una guerra, de regalar las riquezas del país, de disparar contra el pueblo o de organizar el llanto de toda una Nación.

          Suspiramos porque se descubra la vacuna contra la covid-19, pero nos olvidamos de que sería mucho mejor evitar que existiera la covid-19. Es más fácil imaginar el fin de la muerte por obesidad o diabetes a través de la medicación que el fin de las causas que producen obesidad y diabetes a través de un cambio en las pautas de consumo y trabajo.

          Comprendemos los argumentos, pero no sacamos ninguna conclusión con capacidad de mover las cosas en otra dirección. No le haríamos nunca daño a un niño de Bangladés, pero llevamos la camiseta que ha cosido; nunca golpearíamos a una mujer, pero no vemos el reflejo idéntico entre la prostitución y la violación; nunca condenaríamos al hambre a una familia, pero consumimos un pescado que agota los caladeros en el Golfo de Guinea; compramos un mueble que deforesta el Amazonas; nos olvidamos constantemente del compromiso de usar menos productos no reciclables, usamos Amazon ignorando sus sótanos de deshumanización y cómo contribuyen a llenar las ciudades de contaminación y atascos para que recibas sin moverte del sillón tu paquete.

          Sin embargo, con la covid-19, cárceles, prisiones, campos de refugiados, residencias de ancianos, hogares, púlpitos han regresado a la Edad Media. La covid-19 va a inaugurar una nueva etapa que empezaremos a ver después del confinamiento.

 Pero, en el medio plazo (que pueden ser meses), ni los liberales con más medallas van a poder defender que se llenen las calles de parados, de sin techo, de hambrientos, ningún Gobierno va a aguantar el empuje de millones de personas pidiendo soluciones, nadie va a tolerar ver cómo otra vez unos pocos se benefician privatizando bienes esenciales para la vida.

          Algún un día la historia nos dirá si una persona en Wuhan se comió un animal exótico, un murciélago o un pangolín contaminado por un virus de un murciélago, todos sacados de sus hábitats por culpa de los problemas de escasez de agua, de las hambrunas, de la deforestación, de la minería a cielo abierto, de la agricultura industrial, del urbanismo atroz que penetra más adentro. 

    Consecuencias que llegan a un mercado de animales vivos en una ciudad china, pero que están dictadas por el agrobussines o la venta de metales que cotizan en las bolsas de Nueva York o Londres

Y entonces un ciudadano chino se come un murciélago o un pangolín contaminado por una lógica dictada por un inversor que desayuna cereales en el Soho de Londres. Un inversor que forma parte, como nosotros, de los verdaderos pacientes cero.

     Todas las últimas pandemias vienen de contagios animales –SIDA, SARS, vacas locas, gripe aviar, Ébola-, y expresan un modelo alimentario sometido a la mercantilización de la alimentación. La covid-19 mata a los pobres, enriquece a los ricos y condena a los precarios. Contagia por igual, pero mata distinto.

          El capitalismo, en su lógica inhumana, es culpable en el origen de la covid-19. Porque ha roto, por la presunción de un planeta ilimitado puesto al servicio de un consumismo ilimitado, las barreras naturales a estos virus, que llegan con más facilidad a los humanos.

 Porque ha expulsado a la agricultura tradicional y conduce a pautas de consumo alejadas de patrones probados. Porque viene la covid-19 y en muchos lugares aún luchan contra el dengue y el zika. Dijeron que los recursos eran ilimitados y lo único ilimitado es la necesidad de tres cuartas partes de la humanidad. Y, ahora, la pandemia del coronavirus, que parece más importante porque afecta también a las clases medias.

    Con la lógica productivista del capitalismo, el medio ambiente no era algo con lo que convivir, sino algo a dominar y someter. Pero hoy la naturaleza se ha empezado a quejarse y su grito se oye en huracanes, tornados, sequías, calentamiento o la silenciosa muerte de las abejas. La naturaleza se reacomoda y los seres humanos pasamos a ser prescindibles, es decir, estamos al lado de los desechos.

       POSDATA.- Todo lo anteriormente escrito es una transcripción-resumen del libro escrito por el señor Juan Carlos Monedero titulado “El paciente cero eras tú”.

          A continuación, les escribo un cuento persa recreado por Julio Cortázar:

          Había en Bagdad un mercader que envió a su criado al mercado a comprar provisiones, y al rato el criado regresó pálido y temeroso y dijo: “Señor, cuando estaba en la plaza del mercado, una mujer me hizo muecas entre la multitud y, cuando me volví, pude ver que era la Muerte. Me miró y me hizo un gesto de amenaza; por eso quiero que me prestes tu caballo para irme de la ciudad y escapar a mi sino. Me iré para Samarra y allí la Muerte no me encontrará”. 

  El mercader le prestó su caballo y el sirviente montó en él y le clavó las espuelas en los flancos huyendo a todo galope. Después el mercader se fue para la Plaza y vio entre la muchedumbre a la Muerte, a quien le preguntó: “¿Por qué amenazaste a mi criado cuando lo viste esta mañana?”. “No fue un gesto de amenaza”, le contestó, “sino un impulso de sorpresa. Me asombró verlo aquí en Bagdad, porque tengo una cita con él esta noche en Samarra”.  

Preciosa la letra y  música de esta canción 
de Joan Bautista Humet: "Que no soy yo"
Humet estuvo casado con una caudetana que fue Reina de Fiestas en 1974







  

3 comentarios:

  1. A ver, si citas el nombre del artista en Valencià, cita también su primer apellido en esta lengua y llámalo Baptista y no Bautista.
    O bien lo llamas como Juan Bautista Humet en castellano o bien como Joan Baptista Humet en Valencià y no la pifia que has escrito.

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  2. Hola.
    Pues a mí me da igual como esté escrito su nombre. Soy español y conozco varios idiomas más o menos, entre ellos el català, que no valencià. Por lo menos así me dijeron en la Universitat que es de donde proviene el valenciano y el mallorquín, y su gramática y demás características lingüísticas. Luego cada variante tiene sus particularidades, pero según me enseñaron proceden del catalán estándar.
    Dicho esto, muchas gracias al autor del artículo por recordarme o descubrirme a HUMET: he recuperado sus hermosas canciones, he sabido de su vida...Y creo que no tuvo ni ha tenido el reconocimiento debido. Buen cantante y compositor y,mejor aún, buena persona. Pues aquí dejo yo la letra de este tema, que parece hecho a propósito para estos momentos.

    "HAY QUE VIVIR"
    Habrá que hacernos a la idea
    Que sube la marea
    Y esto no da más de sí
    Habrá que darnos por vencidos
    Y echarnos al camino
    Que no hay nortes por aquí
    Al sueño americano
    Se le han ido las manos
    Y ya no tiene nada que ofrecer
    Solo esperar y ver si cede
    La gran bola de nieve
    Que se levanta por doquier
    ¡Hay que vivir!, amigo mío
    Antes que nada, hay que vivir
    Y ya va haciendo frío
    Hay que burlar ese futuro
    Que empieza a hacerse muro en ti
    Habrá que componer de nuevo
    El pozo y el granero
    Y aprender de nuevo a andar
    Hacer del sol nuestro aliado
    Pintar el horno ajado
    Y volver a respirar
    Quitarle centinelas
    Al parque y a la escuela
    Columpios y sonrisas volarán
    Sentirse libre y suficiente
    Al cierzo y al relente
    Mientras se va dorando el pan
    ¡Hay que vivir!, amigo mío
    Antes que nada, hay que vivir
    Y ya va haciendo frío
    Hay que burlar ese futuro
    Que empieza a hacerse muro en ti
    Habrá que demoler barreras
    Crear nuevas maneras
    Y alzar otra verdad
    Desempolvar viejas creencias
    Que hablaban en esencia
    Sobre la simplicidad
    Darles a nuestros hijos
    El credo y el hechizo
    Del alba y el rescoldo en el hogar
    Y si aún nos queda algo de tiempo
    Poner la cara al viento
    Y aventurarnos a soñar
    ¡Hay que vivir!, amigo mío
    Antes que nada, hay que vivir
    Y ya va haciendo frío
    Hay que burlar ese futuro
    Que empieza a hacerse muro en ti
    ¡Hay que vivir!, amigo mío
    Antes que nada, hay que vivir
    Y ya va haciendo frío
    Hay que burlar ese futuro
    Que empieza a hacerse muro en ti-i-i

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    1. Me ha gustado tu exposición. ¡¡Excelente!! También la canción "Hay que vivir" que, además de una letra preciosa, tiene un ritmo muy alegre y pegadizo como todas sus canciones. Saludos, estimado Anónimo.

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