sábado, 14 de mayo de 2022

"Neoliberalismo rampante", por Óscar de Caso. "La valía de una persona es medible por su abultada cuenta corriente, todo es Mercado, y todo es negociable".

 

       Los estudiosos de este asunto marcan la génesis en los años veinte del siglo pasado en las universidades de Chicago y de Virginia en los EE.UU. El hueco por donde se coló lo sitúan concretamente a finales de los años setenta cuando el precio del petróleo aumentó de manera espectacular.

          Las diferentes clases de neoliberalismo comulgan con la idea de que la política no mejora los resultados económicos. No pretenden, de ningún modo, suprimir al Estado, sino supeditarlo a la economía; con esta consigna no desean estados tiránicos o dictatoriales. 

Ahora bien, si un Gobierno democrático se opone firmemente a los ideales neoliberales, éstos pueden reconvertirlo en un régimen autoritario. Ellos siempre aspiran a un Gobierno débil, donde se encuentran confortables; vacían de poder a la democracia en lo que respecta a la gestión de la economía.

          Antes de hacer popular el neoliberalismo por Reagan y Thatcher, se puso en práctica de manera feroz en el Chile del dictador Pinochet. Abolieron el título de “ciudadano” por el de “consumidor empedernido”.

          Se han creado por “unos expertos economistas independientes” unas poderosas agencias que califican los resultados económicos de los Estados creando unas “primas de riesgo” que pueden hacer tambalear gobiernos plenamente democráticos. 

Lo paradójico de esta situación es que no se han fundado otras poderosas agencias independientes paralelas que se preocupen en calificar y proteger el Estado de bienestar, el sistema sanitario, de pensiones y de trabajo.

         A los neoliberales, la democracia no les resulta cómoda como forma de autogobierno, sufren con el colectivismo democrático; no tienen a bien que los gobernantes lleven a cabo lo que los ciudadanos desean.

 Prefieren una sociedad muy pequeña; que cada uno se haga responsable de su suerte y de su futuro (si pierdes, la sociedad no tiene culpa alguna); hacen muchos méritos para que la sociedad te premie con fortuna. La valía de una persona es medible por su abultada cuenta corriente, TODO es mercado, y TODO es negociable.

          El neoliberalismo desprecia la solidaridad, se engaña a sí mismo cuando la confunde con caridad; no precisa de lazos fuertes entre los componentes de la sociedad, con gobiernos tenues que no hagan peligrar las riquezas conseguidas rechazan políticas sociales ambiciosas. 

¿Cómo puede ser posible, que en una situación social tan lamentable y penosa para los pobres, la izquierda no haya sido capaz de cambiar nada, o casi nada? No ha encontrado todavía un modelo alternativo al capitalismo; ni tan siquiera un modelo de transición al socialismo. No saben, no quieren o no les dejan.

          Concluiré el escrito de hoy con unas frases del mi admirado politólogo Pablo Simón: “Una de las grandes dificultades de la izquierda contemporánea es que el sentido común se ha vuelto liberal. Las fuerzas izquierdistas tienen como primer mandamiento deshacer el sentido común neoliberal y abandonar la creencia, cada vez más ilusoria de que desde el poder político se puede poner en marcha procesos ambiciosos y profundos de cambio social y económico”.  

Una canción llena de deliciosos equívocos la que compusieron Serrat y Sabina hace diez años dentro del disco “La orquesta del Titanic”. La titularon “Acuérdate de mí”.




Acuérdate de mí cuando me olvides,

que allí donde no estés iré a buscarte

siguiendo el rastro que en el cielo escribes

las nubes que van a ninguna parte.

Acuérdate de mí en tus plegarias

y búscame con los ojos cerrados

entre la muchedumbre solitaria

yo tampoco te quiero… demasiado.

Como te tomo, me doy,

como te busco te evito,

como me vengo, me voy,

como me pongo, me quito,

como te falto, te sobro,

como me callo, te digo,

como te pago, me cobro,

como te extraño, te olvido.

Por ver volar los peces de colores

hicimos agujeros en el agua

preocupados en los alrededores

siempre en la dimensión equivocada.

Mujer de sombras y de melancolía

volvamos al Edén, que nunca has ido,

a celebrar con las copas vacías

el gusto de no habernos conocido.











5 comentarios:

  1. Ni la izquierda sabe, ni la mayoría queremos (claro está que con este modelo actual, no le va bien a muchos ciudadanos), mejor esto, que modelos ya acaecidos en el SXX, véase antiguas U.R.R.S.S (purgas, y gulags del Padre de la Patria Stalin, o en la R.P. China de Mao).

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  2. Hay que mirar los mapamundi y relacionar regímenes liberales, lo neoliberal es otra cosa pelín distinta, y regímenes añorados con su riqueza y con su bienestar. Y distinguir el funcionamiento de los gobiernos y sus leyes con el funcionamiento de la economía. Obsérvese la cantidad de leyes y regulaciones de todo tipo que regulan las cosas en España.

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  3. No les interesa ni Izquierdas ni derechas, y eso de cambiar leyes para beneficiar a los ciudadanos , de eso nada seguir así que la mayoría no dice nada y se acostumbran
    Es así la Constitución si es para bien, !quién la cambia?? , Ninguno todos los gordos del poder tienen sus beneficios, que si puertas corredizas, y nadie los juzga como muchas veces se merecen están fuera de peligro y a hacer las cosas mal hechas cómo están aforados!!!!

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  4. Keynes, Friedman, Hayek y tantos otros tenían puntos en común y puntos de discordia. Pero seguro que todos esos hubieran abominado de una economía colectivizada. Y, por supuesto, de una intervención del estado en los medios de producción. Una cosa es gobernar y otra producir.
    Hay un viejo chascarrillo ruso-comunista: Yo hago como que trabajo y el estado hace como que me paga. Y otro manchego: Donde no hay harina todo es mohina.
    El milagro chino: que se han puesto a trabajar. Ya veremos a dónde han llegado dentro de 20 años. Bastante lejos. En economía no hay milagros. Para repartir hay que tener.

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    1. Para repartir pienso que hay que producir , y cuando se produce hay que invertir en educación y bienestar social
      El trabajo es lo que ha hecho del gigante chino una superpotencia

      Si el rédito de la producción se invierte en repartos de beneficios para socios y se explotan los que generan esos beneficios se termina como Rusia con sus bandas mafiosas de oligarcas y su población cada vez más pobre

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