miércoles, 5 de agosto de 2020

En 1918 "El Faro" denunciaba que el Alcalde, el Cura y el Juez no cumplían con la voluntad de Alberto Gil Ortuño de repartir parte de su patrimonio entre los pobres.

      
  Aquellos jóvenes cronista de "El Faro Caudetano" que se estuvo editando desde agosto hasta noviembre del 1918....no se paraban en barras. En el "Boletín del 6 de octubre" sacaban a la luz que Alberto Gil Ortuño había donado en su testamento parte de sus bienes para repartirlo entre los pobres de Caudete y que los Albaceas (el Cura Párroco, el Alcalde y el Juez)  no habían movido un dedo para que se cumpliera la voluntad del testador.

      Y como resulta que muchos caudetanos lo estaban pasado en ese momento muy mal por las secuela de la gripe que dejó a muchos sin trabajo y sin medios para comer, le recordaban al Cura que se interesara por el cumplimiento de la voluntad de Alberto Gil Ortuño. Con el título "Hacia otra Epidemia" esta es la denuncia del incumplimiento "del reparto del dinero entre los pobres":

 "Se da la circunstancia de que D. Alberto Gil Ortuño legó en su testamento parte de sus bienes a los pobres de esta Villa disponiendo que fuesen vendidos por sus Albaceas y su importe dado en limosnas a los pobres.

     Hace ocho años murió Doña María Gracia Pedrós Golf, esposa y usufructuaria de las fincas legadas a los pobres. En su virtud, los Albaceas legítimos de D. Alberto Gil vendieron en pública subasta casi todos los bienes que constituían "el legado de los pobres".

     El dinero que se obtuvo de la venta de las fincas, superior a cinco mil duros, lo estuvieron manejando por espacio de cierto tiempo uno de los señores Albaceas y que después de haber pasado por unas cuantas personas se invirtió en Títulos del Estado comprándose con ellos treinta mil pesetas nominales que producen una renta liquida considerable.

    Como la voluntad del señor Testador fue que el importe de los bienes se repartiese en limosnas a los pobres y esto no se ha hecho (ni Dios sabe cuando se hará) la Junta de Beneficiencia Provincial tomó cartas en el asunto y, a esta fecha, a pesar de esta intervención, ¡no se ha hecho nada absolutamente!.

Los Albaceas legales, por muerte de los testatarios, son el Señor Cura Párroco, el Juez y el Alcalde que fueron de esta Villa. Pues bien: hasta la fecha ninguno de los señores que han ocupado estos cargos se han tomado la molestia de hacer cumplir la voluntad del Albertos Gil.

Lo único que se ha hecho es "repartir algunas limosnas en vísperas de las Elecciones para comprar algún voto". Esto después de todo no nos importa y lo que queremos es que se reparta ese dinero que es de los pobres y que se lo administren ellos y no ningún político, como esta sucediendo en la actualidad.

Es más: como uno de los Señores Albaceas es el Cura Párroco y como será Albacea mientras permanezca en Caudete a él es a quien corresponde tomar este asunto por su cuenta y, como Padre de almas que es, demostrar que tiene empeño para dar a los pobres lo que por derecho les corresponde.

Además, circunstancias tan críticas, como las que estamos atravesando, no deben dejarse pasar ni esperar otras y por consiguiente es necesario que se reparta ese dinero que es de los pobres y que a nadie corresponde más que a ellos".

"El Faro Caudetano", 6 de octubre 1918; Boletín nº 6.

       No merece que caiga en el olvido el loable gesto del señor Alberto Gil Ortuño que destinó parte de sus bienes para repartirlos entre los pobres de Caudete en un momento de crisis económica generada, como esta ocurriendo ahora, por una pandemia.

      Los que merecen nuestro reconocimiento son todos los colaboradores de "El  Faro Caudetano", como Pedro Sánchez Requena, Jesús Sánchez Díaz, Agustín Vila, Gaspar Bañon Díaz, Salvador Martinez Bañón, E. Bañón Bañón, Juan Muñoz Golf, Francisco Requena Peiró... por enfrentarse abiertamente a las fuerzas vivas, Alcalde, Juez y Párroco, por hacerse los desentendidos a la hora de repartir el patrimonio de Alberto Gil entre los pobres, como así constaba en su testamento. 

























1 comentario:

  1. Pero después de tantos años, quedan estos bienes por repartir, o es una mera historia, porque co tanto saciadores de diero

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