Se trata de la madre de todas las medidas y todas las decisiones: salirse del euro. El lector o la lectora cuando hayan visto esto se habrán sentido inquietos, perplejos e incrédulos. Pero vayamos al grano. Cuando se planteó hace años esta posibilidad, las personas que la hicieron –entre ellas bastantes economistas- sufrieron toda clase de críticas rayanas en el insulto. Hoy en día, se han ido sumando a esta tesis muchos más economistas y personalidades de la política.
¿Es malo
aspirar a tener una moneda única para un conjunto de países que ya están
ligados por una serie de tratados? Obviamente, la respuesta es que la moneda
única así formulada es algo correcto.
El problema
estriba en qué clase de moneda estamos inmersos y si el proceso que condujo a
la misma se hizo con las garantías y precauciones necesarias para que el euro
no se transformase en una moneda para países ricos en detrimento de los países
pobres o menos desarrollados como el caso de los del arco del Mediterráneo.
El euro ha sido el marco alemán cambiado de nombre. Las hemerotecas y el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados durante la década de los noventa y fechas posteriores, están llenos de referencia a debate sobre la conveniencia o no de entrar en este tipo de moneda única.
Los partidarios del NO aducían que
para llegar a una moneda única que sirviera a diferentes países, debían
previamente tomarse algunas medidas: un presupuesto para el funcionamiento de
la UE que sirviera de corrector de los desequilibrios que iban a producirse,
una política económica común o al menos en fase de convergencia entre los
países integrantes del sistema, una convergencia social que significase que los
usuarios del euro no sufriesen las consecuencias de las diferencias y vieran
como las condiciones de vida y trabajo de la UE se iban acercando entre sí y,
por último, una política fiscal común para los países integrantes de la
eurozona.
Así, las diferencias entre países con una moneda única se trasladan a las condiciones de vida de sus poblaciones que sufren lo que se llama choques asimétricos; es decir, el perjuicio de tener una moneda sin que las diferencias se corrijan.
España vio, cuando pasaron los días de vino y rosas, que el euro a 100 pesetas
le perjudicaba tanto en la exportación como en la importación. Y si antes del
euro nuestro país devaluaba la peseta para poder exportar, ahora con una moneda
a la que no podía someter a esta medida, no le quedaba otro camino que abaratar
los costes de producción y, entre ellos, los salarios.
El dislate del euro y el proceso puesto en marcha para llegar a él ha sido de tal calibre que los defensores de aquella medida se cuentan ya entre los críticos de la misma.
El caso más paradigmático ha sido el del expresidente Felipe González quien el
20 de mayo de 2012 escribía en el diario El
País que cuando construyeron la moneda única se les “olvidó” tomar determinadas medidas que corrigieran los efectos
nocivos del proceso. Tales medidas son exactamente las que se ha citado
anteriormente.
El disparate
de construir una Unión Europea a golpe de propaganda, moda europeísta y bastante frivolidad se están haciendo sentir con
toda su gravedad. Hoy, cuando todos nos escandalizamos por el tamaño de la
deuda –la pública, la de la familia, la de las empresas- deberíamos recordar que el tratado de Maastricht
(1994) en su artículo 104 prohibía a los Gobiernos pedir préstamos a sus bancos
centrales, que los otorgaban con un 0,5% de interés.
Al prohibir
tal posibilidad, los Gobiernos tuvieron que endeudarse con la Banca privada con
unos intereses del 6% y el 7%. La diferencia entre lo que se ha pagado de
interés a la banca privada y lo que se podía haber pagado al Banco de España ha
sido en nuestro país sólo en el año 2011 de 48.000 millones de euros.
Si el
criterio de austeridad hubiese sido el dominante en los discursos como en las
previsiones económicas, esto no hubiera pasado. Austeridad es rigor, seriedad,
reflexión, ausencia de demagogia y buen juicio a la hora de plantear la
política, sobre todo la economía.
POSDATA.- Este escrito está elaborado con los criterios del señor Julio Anguita.
La canción de Serrat de hoy tan sólo tiene 50 años, está
contenida en el disco “Serrat 4”, se titula “Bon dia” (Buen día). En ella se
detiene el paisaje de la mañana en el entorno de un pueblo marinero.
Cuando por la arena
sólo
hay huellas de ratas y de marineros,
es entonces cuando un mar azul es mi mar azul.
Cuando tres rocas hacen un puerto,
y cada grano de arena parece un trocito de oro,
es entonces cuando una playa es mi playa.
Buenos días,
buenos días a todos.
Buenos días, buenos días.
Buenos días, vientecillo de levante
que vienes de donde el sol nace
y mueres en mi velamen.
Buenos días, buenos días.
Si sopla hacia donde se esconde el pescado,
es entonces cuando el levante es mi viento.
Si es ligero como una paloma
Y a la proa pintado de rojo está tu nombre,
es entonces cuando un laúd es mi laúd.
Si las olas son juglares
y el sol media granada creciendo en el mar,
es entonces cuando yo quiero ser marinero.
Siempre que hablan de Europa me pregunto ¿cual de ellas?
ResponderEliminarLa Europa de los militares fue inmediata, en plena guerra fría y con la OTAN había poco que discutir. Despues vinieron la de los politicos, la de los banqueros y la intención de ponerse a ello con la diplomática y alguna otra "menor"
Pero y las Europas de las que ni se habla ¿para cuando la de los ciudadanos, la de los pueblos, la social?
Me temo que hasta aquí hemos llegado
Hay que diferenciar la Unión Europea como unión política, y por lo tanto con una moneda común resultante de esa unión, de la Unión Europea como un mercado al que le viene bien una moneda común de referencia.
ResponderEliminarEl asunto es que se está muy lejos de la unión política y cada nación hace casi lo que le da la gana. No hay armonizacíón apenas, excepto en normas técnicas o comerciales.
Queda entonces la unión de mercado. Dentro de la unión, libre mercado; fuera de la unión, normalmente proteccionismo.
A esos efectos viene bien una moneda común. Facilita los trámites y establece referencias. Como la moneda no la puede generar una política común pues se ha impuesto como referencia el marco transmutado en euro.
El que España pierda la capacidad de devaluar es accesorio. Devalúa automáticamente según su eficiencia. Nos devaluamos "sin darnos cuenta" excepto para los españoles que venden a la UE. Viene bien y así podemos comparar niveles per cápita entre naciones sin mayores problemas y sin tener que pasar por dudosos tipos de cambios establecidos por el Banco Central Español.
El expresidente Felipe González, olvidó muchas más cosas en aquellos años. De algunas, se enteraba por la prensa. Pero además de olvidar tomar ciertas medidas para proteger a los países más pobres, también creo las empresas de trabajo temporal, le dio alas a las SICAV, y luego preparó la base para hacer de este país el puticlub de Alemania, y llenarlo de camareros y limpiabotas para los alemanes, tal y como su amigo Helmut kohl le pedía mientras que iba a visitarlo con puros y jamones ibericos. Y ya puestos, también desmanteló la mayor parte del tejido industrial que teníamos en beneficio de los países del centro de Europa, o sea, Alemania y Francia de nuevo. Luego ya fue José mari, el generalito, el que nos metió del todo en La Moneda única, también olvidando que había que tomar medidas para proteger un país de servicios como era España ya en los 90. Y aquí estamos, gobernando inútil tras inútil, siempre a las órdenes de la merkel, en vez de defender a los españoles que son los que le pagan. Esta es la falsa democracia del 78, o más bien, el régimen partitocratico del 78. Nos quitamos un dictador, y hemos ido poniendo otro cada cuatro años, pero eso sí, disfrazado de demócrata, que parezca algo bueno.
ResponderEliminarY si no nos movemos para tirar a toda esta chusma del gobierno, el payaso que hay ahora, está a las órdenes de george soros, y ese, lo que quiere es destruir Europa al completo, reventando la desde dentro.intento una guerra civil en Ucrania, la consiguió en Yugoslavia, y lleva años intentándolo en España, desde sus oficinas en Barcelona. Por si no lo sabéis, este judío psicópata, es el que ha estado pagando con millones de euros a toda la chusma separatista catalana, con el fin de conseguirlo. Ahora como tiene a un esbirro en el gobierno, y dos en la oposición, ya no le preocupa. Por eso el separatismo catalán está callado.
De aquellos traidores a la patria tenemos hoy estos problemas.
España, un gran país, gobernado por una tropa de ladrones, traidores , idiotas y psicópatas. Y los demás viendo el salvame. Así nos va
Iñaki felicidades por tu reflexión con tantos datos y sobre todo bien argumentada.
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