En estos penosos tiempos que política y socialmente padecemos en el que los extremos populistas, y en el que los ultras más reaccionarios están volviendo a poner en desgraciada moda los insultos y desprecios de comunismo por una banda, y fascismo por el otro equipo, con ligereza e ignorancia, así como, un constante y absurdo enfrentamiento entre distintas formaciones políticas; sería conveniente hoy escribir sobre la violencia y el terror generado por los regímenes comunistas.
El comunismo, como todos los gobiernos totalitarios, desean
transformar políticamente el mundo mediante acciones subversivas y de
insurrección.
Originalmente, el comunismo pretendía emancipar a la clase obrera en el transcurso del tiempo; lo que verdaderamente ha ocurrido ha supuesto una situación entre capitalismo feroz y liberalismo gubernamental. Allí donde ha gobernado, la gente ha sufrido lo que nadie se pueda imaginar, atajando cualquier atisbo de insumisión con mano de hierro.
Existen libros, posiblemente bien documentados, que aportan la cifra de cien millones de muertes; contándose las causas por fallecimientos, por la ausencia de alimentos, las deportaciones, los gulags, desapariciones masivas y demás.
Hay que tener en cuenta que transcurrieron muchos años de
represión, aunque nada es comparable al exterminio, en tan corto espacio de
tiempo, como el de los judíos por Hitler. Hay que observar que el régimen
comunista ha tenido que enfrentarse durante un largo período de tiempo con una
resistencia muy dura por parte de los que deseaban una democracia plena.
Resulta muy difícil de explicar por parte de los países occidentales la ocultación de unos hechos tan terribles en el período de entreguerras, y de una represión feroz considerando con benevolencia la eliminación del enemigo de clase. Todo aquel que se oponía a su proyecto comunista se les declaraba enemigos de la humanidad.
Si alguien que se cree un comunista integro coincide con otra persona que posee otro criterio diferente al suyo lo considerará como un demente, que posee un interés oculto o con una conciencia cínica que le obliga a situarse en un punto de partida equivocado.
El comunista con pedigrí
veía peligrar el proceso si alguien cometía la más nimia traición, a los
presuntos agentes dobles, a los tibios de criterio, a los trotskistas, incluso
a los familiares más directos, en el más dulce de los casos se les deportaba.
Como ejemplo nacional más popular es el repudio de Santiago Carrillo hacia su padre
Wenceslao, escribiéndole una carta en que entre otras lindezas le decía: “Entre
tú y yo, a pesar de llevar el mismo apellido, no hay nada en común.”
Tan sólo ha podido subsistir una corriente
reformista al comunismo rampante, la socialdemocracia; que se atrevió a
condenar las barbaridades del terror empleado en la represión y en la
eliminación del enemigo de clase, acercando posturas entre trabajadores y
burguesía que han podido mejorar a los más pobres evitando la violencia
innecesaria.
Finalizaré el escrito de hoy, benditos lectores, con una siniestra paradoja: a pesar de poseer, sin ninguna duda, el comunismo un lado oscuro y terrible, conserva, hoy en día, un ideal en las luchas para conseguir un mundo más justo.
Serrat grabó en 1973 la canción “Menuda” (Pequeña) dentro del
disco “Per al meu amic” (Para mi amigo). En esta canción el amor se eleva de
los insidiosos horarios laborales, de los sinsabores del día, del metro
atestado de gente...
Piensa en mí, pequeña, piensa en mí
cuando las brujas te arañen por la mañana.
No te haré más tibio el frío
ni más dulce el café con leche,
pero piensa en mí,
pequeña,
piensa en mí.
Piensa en mí cuando no te llegue el sueldo
o cuando te rocen en el metro a las ocho y media.
Y llévame
bordado en tu blusa
o pintado en tu
sonrisa roja.
Colúmpiame
en tus pendientes.
Rodéame con tus anillos
y déjame ir contigo,
déjame ir.
Déjame ir donde vayas, déjame ir.
pequeña, entre gozo y pena
abrazado contra el poema
que lees a escondidas.
La ciudad perezosa bostezará
cuando indicarás la hora y abrirás las ventanas del despacho
y te sacuden los pájaros
que anidan en tu pelo;
te dice el corazón:
que el pájaro enjaulado,
muere.
Ellos me traen en las plumas sueños y latidos
cuando golpean mis cristales con sus picos
y me cuentan
la historia blanca y pequeña
que entre cuatro
paredes se marchito.
Pían
que se muere la primavera,
que no puede salir a pasear.
Déjame ir contigo, déjame ir.
Déjame ir donde vayas, déjame ir,
pequeña, y enciende la
cara.
Piensa que aún tenemos
el camino de tus pájaros
para volar lo tú y yo
con ellos.
El comunismo el cáncer del siglo 21 y demostrado.
ResponderEliminarLa proxima vez pones tu nombre para que sepamos quien eres y mas si escribes contra estos asesinos.
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