domingo, 6 de diciembre de 2020

Profesiones perdidas: pocero. Ramón Benito Conejero "Romero" fue uno de los últimos en hacer pozos y galerías a pico. Trabajó con Rafael el Gachas.. ¡el mejor pocero!

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     Hay muchas profesiones que con el paso del tiempo se quedan en desuso y hasta en el olvido. Pocero es una de ellas. Ramón Benito Conejero, de mote "Romero", ha dedicado toda su vida profesional a perforar el terreno para sacar agua o encauzarla realizando o limpiando galerías subterráneas. 

  Nació en Caudete en 1940 y a los catorce años empezó a trabajar de pocero con Rafael "el Gachas" el mejor pocero que hubo en Caudete a juicio de Romero. Mi padre y mi tio Joaquin también trabajaron con Rafael. Coindían en que Rafael era el mejor de todos. Olivares, el padre del que fue Cabo de los Municipales también hacía pozos. Romero nos dijo que había perdido la cuenta de los pozos realizados. 

Tanto para hacer un pozo como como para abrir una galería, o limpiarla, trabajaban en parejas. Uno picaba y otro sacaba la tierra. Cuando el picador se cansaba se alternaban. 

 Un pico pequeño, un par de capazos, una garrucha, una cuerda de cáñamo, un trípode y un carburero eran todas las herramientas que utilizaba un pocero. En las galerías hacian un pozo (lumbrera) cada 30 metros para sacar a la superficie el escombro. El mismo método que los egipcios ya empleaban hace 40 siglos.

 Con la sombra que proyectaba el carburero se guiaban para no perder la verticalidad del pozo o la dirección en las galerías. La profundidad a la que bajaban picando a mano era entre 10 y 20 metros. Desde el año 1957 hasta 1969 estuvo haciendo pozos y galerías a mano.

     También trabajó una temporada extrayendo piedra a base de barrenos de una cantera que había al final de la Vereda de Santa Ana. Después de sacarla, con un martillo, macho, la troceaban para utilizarla como pavimento en la Plaza del Carmen, calle Mayor y Abadía.

    Recuerda que en Almansa y en Elda perforaron muchos pozos. También cuando ensancharon los minados de El Paraiso, el de las Suertes, Bogarra, el de la Alcoraya que llegaba hasta la casa El Rincón o el de San Vicente que llegaba hasta los Tres Puentes. Este minado abastecía de agua potable al pueblo. 

El  pasado verano, Ramón nos recibió en su casa para darnos información 
del trazado de las galerías subterráneas para el traslado de agua .
Estamos pendientes de volverlo a visitar con un mapa para recoger el
trazado de dichas galerías y darlas a conocer.
(Gaspar y Paco... ¡muy atentos a las explicaciones de Romero!)
    Otros minaos en los que trabajó fueron el de la Vírgen de Gracia que llevaba el agua hasta una balsa donde esta ahora la Piscina Municipal pasando por la calle Príncipe de los Ingenios donde había un lavadero y otro entre La Villa y Dos de Mayo y el que discurria desde el Paraje Los Viñales  y por detrás de la calle Colón llevaba el agua hasta la Balsa San Matias. "Cuando las raíces obstruían los minados nos llamaban que limpiarlos", nos dijo.

   A partir de 1969 realiza los pozos con un artilugio de nombre cabrestante, a base de manivela y torno. Era menos pesado el trabajo que con el pico.

Desde 1969 hasta 1971 Romero  estuvo trabajando con Teodoro Pérez Requena, "Teodorin" de mote. Además de un ingenioso mecánico, era buen zahorí. Llegó a construir una máquina para perforar. Dos años más tarde se fue a trabajar a Villena con los "Rodes". De Villena pasó a Almagro (Ciudad Real) y más tarde a Valdepeñas.  

     En 1985 compró una maquina perforadora y el primer pozo lo hace en el camino de los Viñales a "los de las Muñecas". El funcionamiento era sencillo: elevaba una pieza metálica de unos 4.000 ks que al dejarla caer rompía el terreno que después sacaba con una especie de cesto con orificios. Si perdían la verticalidad, la recuperaban introduciendo madejas de cables de acero.

 Mientras que el precio de un pozo realizado a pico se ajustaba a jornal, con la máquina era a un tanto el metro de profundidad dependiento del tipo de terreno. En Canarias  llegó a una profundidad de 500 metros con un diámetro de 60 cms.

     Romero ostenta otro record. Posiblemente ha sido el caudetano que más puros caliqueños ha quemado. Hoy está jubilado. Hace años que dejó, primero el pico y después los caliqueños. Ha sido un buen empresario y una persona entrañable, emprendedora y de las que no se alteraba cuando había una adversidadTodo un personaje de los que colaboran a darle a los pueblos "idiosincracia e identidad".

Dedico esta breve crónica a todos los poceros que tuvo Caudete, una profesión nada fácil de desarrollar.

  



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