Desde el liberalismo, la pelea será entre el capitalismo y el capitalismo. La pandemia ha provocado un choque entre dos concepciones del mismo: por un lado, un capitalismo “tardío”, financiarizado, desigual, altamente endeudado y globalizado; por otro, una idea de capitalismo dirigista, autárquico, con economía de guerra y una función del Estado como benefactor y gran empresa de seguros.
La derecha va a estar de acuerdo con que los Estados liberen ayudas para las personas, que en su lectura será para el consumo. Auguran que será una nueva normalidad que es al siglo XXI lo que “Dios proveerá” o “Dios así lo quiere” a los últimos 2.000 años.
Cuando
sea el momento, propondrán recortes para limitar la deuda. Regresarán las
metáforas: “vivir por encima de nuestras posibilidades”, “no permitirnos más de
lo que podemos pagar”, “hay que equilibrar los balances”, “los impuestos son un
peligro” … Y será, al menos en su cabeza, como en 2008. ¿Tendremos memoria?
El fracaso de Europa para liderar esta crisis ha sido evidente. No existen mecanismos de gobernanza global más allá de los que garantizan el juego neoliberal y la lucha despiadada por mercados y recursos. La izquierda quiere luchar contra las desigualdades, pero no tiene un modelo completo alternativo, lo que dificulta su relato.
Se la juega en lograr avances concretos. Como ha pasado en muchos momentos de la Historia; la alternativa de la izquierda, cuando se ganan unas elecciones, no goza de todo el apoyo popular. Lo gana cuando demuestra que verdaderamente está trabajando para las mayorías.
Tampoco ha tenido mayor éxito
la izquierda en predecir el futuro. Se suele dejar llevar por el optimismo y
pronostica que será todo tan estupendo en el socialismo que no hace falta ni
plantear los contornos del día de después. Ignacio Ramonet escribía, cargado con todas
las razones de su lado: “Haber gestionado los Hospitales como empresas ha
conducido a tratar a los pacientes como mercancía. Resultado: un desastre tanto
humano como sanitario”.
Los ricos no
están frustrados, pero están preocupados por una mayor conciencia de sus
trabajadores y servidores que les haría perder su estatus privilegiado. De ahí
que, cuando gobierna la izquierda, aunque sigan enriqueciéndose, conspiren para
sacarla del Gobierno con las artes que sean necesarias. Y por eso dedican tanto
dinero a que las mayorías no tengan conciencia de mayorías.
La pandemia supondrá un aumento de las desigualdades, la incorporación de los sectores populares al capitalismo financiero vía endeudamiento. El “hombre endeudado” empieza a asumir la condición de “empresario de sí mismo” y, por tanto, incorpora el riesgo de vivir bajo la tensión del fracaso. Sublima la desobediencia convirtiéndola en “responsabilidad” y miedo.
Es el paso del “pobre” al
“perdedor” como construcción subjetiva de la propia responsabilidad en el
descenso en la escala social; lo que desemboca en la expresión máxima de la
competitividad, que es la guerra.
En esta
segunda década del siglo XXI, la sociedad de clases medias aspiracionales se ha
comportado como una sociedad satisfecha, obediente, gracias, en primer lugar,
al endeudamiento, que a su vez ha permitido la perspectiva de un factible viaje
low cost, el acceso a una ropa de marca
comprada en un outlet, el disfrute,
de un modo u otro, de las mismas series de televisión que ven los que están a
la última.
La izquierda lleva cincuenta años escribiendo el mismo libro, intentando diagnosticar el presente. Pero el presente se mueve muy deprisa y la izquierda no termina de acertar. Sin embargo, sería injusto decir que no se aproxima. Han surgido problemas nuevos, se han agravado los viejos y crecido la conciencia sobre algunas desigualdades.
La señal más evidente de la debilidad de la izquierda está en que sus propuestas suelen quedarse en deshacer los rotos creados o agravados por el neoliberalismo: des-crecer, des-globalizar, des-patriarcar, des-colonizar, des-mercantilizar. Entonces es normal que con esos mimbres se llegue otra vez a la socialdemocracia, a ese lugar entre los 70 y los 90 donde se abrieron algunas ventanas, pero siguieron cerradas las puertas.
Esto no es una metáfora misteriosa: se redujeron las
desigualdades, pero no desaparecieron las causas de las desigualdades. Otra
señal de esa debilidad está en que las propuestas socialdemócratas hoy parecen
bolcheviques. Un joven no entiende por qué el mes de vacaciones pagadas sea un
derecho humano reconocido en la Declaración Universal de 1948.
POSDATA.- Todo lo anteriormente escrito es una transcripción-resumen del libro escrito por el señor Juan Carlos Monedero titulado “El paciente cero eras tú”.
Desgraciadamente, nos hallamos en un mundo más complicado y al que
estamos, otra vez, golpeando en sus partes más sensibles. De nuevo el desastre
mil veces ensayado por el ser humano y quienes lo dirigen. Con el siguiente
razonamiento, el teólogo brasileño Leonardo Boof hace la siguiente reflexión:
“Hemos descubierto que el valor supremo de la vida, no es la acumulación de bienes materiales. El aparato bélico montado, capaz de destruir varias veces la vida en la Tierra, ha demostrado ser ridículo, frente a un enemigo microscópico invisible que amenaza a toda la humanidad.
¿Podría ser el Next Big One, el que los biólogos temen que vaya a llegar “el gordo”, “el próximo gran virus” que pueda destruir el futuro de la vida? No lo creemos. Esperamos que la Tierra siga teniendo compasión de nosotros y nos esté dando solo una especie de ultimátum.
Debemos ser plenamente
conscientes de una cosa: al aumentar el calentamiento global y aumentar la
población mundial devastando los hábitats naturales, acercando así los seres
humanos a los animales, estos transmitirán más virus a los que no seremos
inmunes, que encontrarán en nosotros nuevos huéspedes. De ahí surgirán las nuevas
pandemias devastadoras”.
Al final de su carrera artística, Luis Aguile, cantante y compositor romántico y temas melódicos, nos sorprendió con "Señor Presidente". Argentino de nacimiento, pasó la mayor parte de su vida en España.
Seamos realistas, para que creéis que se ha privatizado los hospitales y traspasado las competencias a las derroche manías? Pues para poder robar el dinero de los impuestos a saco desde las supuestas empresas de amigotes o testaferros de los políticos. O es que alguien puede probar lo contrario? Además de esa forma, no solo se aprovechan de comisiones o mordidas de productos y servicios, sino que también lo hacen robando a los trabajadores, a los que contratan como si fueran temporeros de la fresa . Por cuatro perras. Eso es el doble de beneficios robados a los que pagamos impuestos. Y ahora que además están cobrando por enfermos de covid ingresados, por los que fallecen de covid y hasta por poner vacunas como en otros países que pagan sobre 5 euros por vacuna que ponen, ya puedes ir con la cabeza bajo el brazo, que ingresas por covid, y si fallecen es por lo mismo. La de pasta es la pasta, y la culpa de que pase, es nuestra. Por no haber salido en masa cuando empezaron a hacer eso, y haber colgado a los primeros que tuvieron la cara dura de plantearlo. Y ahora además el mismo sistema en eléctricas, telefonía, petroleras , y enseñanza. Y seguimos aquí, bien calladitos viendo el salvame, y tragando como gilipollas lo que los sanitarios nos están haciendo. Pasando de nosotros como de una mierda , y atendiendo mal y por teléfono, aludiendo al virus. Esto tienen mal arreglo , pero como todas las cosas, para hacerlo a alguno le tiene que doler, y no debería tardar mucho mas tiempo en hacerse.
ResponderEliminarPerdonad por la extensión del comentario.
Iñaki no hace falta pedir perdón hombre, cada uno escribe lo que le da la gana.
EliminarSobre salir a la calle para reivindicar algo, como no sea de fútbol, no salimos en masa a pedir algo.
Soy Arturo Pérez Reverte
Estamos tardando. De seguir así Venezuela será el paraíso comparado con lo que vamos a ser. Manifestaciones masivas ya!
ResponderEliminarEsperamos que pase esta pandemia y manifestaciones en todo el territorio español.
EliminarSoy Fernando Simón