Es mi intención, ante todo, que se refleje de manera
contundente y clara que este escrito no es un ataque personal hacia el género
literario de la novela. El que no sea de mi agrado no implica que la respete
debidamente.
Escribiré un poco de historia. En mi adolescencia, recuerdo observar a los adultos entrar en unos establecimientos rotundamente viejos, ajados y angostos en donde los chavales íbamos a comprar pipas y golosinas. Allí nosotros, la juventud de entonces, pagábamos una muy pequeña cantidad de dinero por cambiar nuestros tebeos ya leídos por otros vírgenes de nuestra mirada.
Los mayores mercadeaban
nuestra misma operación; a diferencia nuestra, ellos cambiaban unas pequeñas y
sobadas novelitas del Oeste, o sea de vaqueros, escritas por Marcial Lafuente
Estefanía. Las chicas y mujeres efectuaban idéntica operación con folletines
románticos de Corín Tellado. Este negocio-trueque estaba motivado porque la
gente, en aquellos años, carecía de posibles para comprarse una entrada de
cine. Comprensible…
Transcurridos los años, la vida tornó un
poco más confortable y dio paso a las fotonovelas, también como sucedáneo más
realista y fácil para la imaginación que las novelitas, negocio posiblemente
dirigido también a los menesterosos de la pantalla de Cinemascope. Si hablamos
del teatro, en esas fechas, era para gente con muchos posibles.
A lo que voy. Todos esos antiguos negocios-moda-obligada por las circunstancias han desembocado en un tsunami incontenible de novelas-tocho que acaparan los anaqueles de las librerías y las webs de las editoriales. Incluso en el programa de la televisión pública “Página 2” únicamente hacen mención a este tipo de literatura.
Es más, los
suculentos premios literarios que se otorgan en España tienen como destinatario
el género de la novela. Sostengo que están muy sobrevalorados tanto los premios,
la calidad de las obras y sus autores.
Y digo yo. Si el folletín truculento, la novela de vaqueros, la fotonovela pasional y demás, suplían la carencia del cine –éste, más fácil de comprender- por qué no se otorgan más premios al cine y menos a las novelas. Las pelis son más fáciles de asimilar que una novela; con imágenes más bellas, el tiro de cámara nos aclara quien está hablando, empleamos tan solo un par de horas en verlas y, económicamente, son más baratas.
Y, para más inri, no podemos cambiar las novelas ya leídas por
otras como se hacía antaño con los tebeos. La literatura debe cumplir la misión
de instruir. El cine debe mostrarnos historias.
En estos días
hay otro tipo de literatura de caprichosa moda: los libros de autoayuda, que
están dirigidos hacia aquellos casi pobres de clase media que están impedidos
de pagar a un psicólogo 60 euros la hora de tratamiento. Quizás, cumplen una
función social…
El asunto de
los libros biográficos en los últimos años ha sufrido un vuelco espectacular.
Antes se hacían biografías de personas ilustres, y ahora de personas que
ilustran las revistas del corazón. Otra función social, ésta, quizás furtiva…
Comentemos la
poesía. Poco atendida por las editoriales, concretamente más los poetas
españoles que los foráneos. La poesía es el tipo de lectura donde se puede
mejor ejercitar la imaginación, más aún que en las novelas, más económicas que
éstas y, con unas ediciones de antologías poéticas de bolsillo muy asequibles
de comprar. Y la gran suerte: es que la poesía nunca pasa de moda, como les
viene sucediendo a otros géneros literarios.
El turno del ensayo literario. Mi lectura preferida. En estos libros el lector puede ir sin dilación a instruirse sobre el tema elegido. Casi todo su contenido es muy aprovechable, con sus bibliografías, acotaciones, literalidad, profundidad de opinión. Alguna gente lo califica de tostones; opinión muy legítima y lógica por otra parte según está el panorama social y cultural. Cuestión de criterios, benditos lectores...
La canción de hoy se titula “Todo está en los libros”. Sirvió
de sintonía musical de un programa de televisión hace muchos años. La
compusieron Jesús Munárriz Peralta y Luis Eduardo Aute.
El unicornio, Alejandría,
Aldana en Alcazarquivir,
Kim de la India y Samarkanda,
Santa Teresa y Boabdil,
Ítaca, la muralla china,
las minas del rey Salomón,
flores del mal y gatopardos
y caminos de perfección,
todo está en los libros,
todo está en los libros,
todo está en los libros.
Las nieves de Kilimanjaro,
la vida en el Mississippí,
Canterbury, París, Lisboa,
San Juan, Santiago, San Fermín,
las mil y una noches, los Vedas,
Nueva Orleans, Sebastopol,
Venecia, Nápoles, Atenas,
Don Juan, Gargantúa, Hiperión,
todo está en los libros,
todo está en los libros,
todo está en los libros.
Los campos de Soria, la pampa.
la isla del tesoro, el Grial,
Romeo y Julieta, Alejandro,
Sócrates, Don Quijote, Bagdad,
lo que le viento se llevó, Granada,
Buda, Lanzarote, lord Jim,
infiernos, cielos, paradisos,
Carmen, Angélica, Beatriz,
todo está en los libros,
todo está en los libros,
todo está en los libros.
El minotauro, el laberinto,
Hércules, Gárgoris, Sansón,
el capitán Nemo, Platero,
Sherlock Holmes y Guillermo Brown,
Alicia, Nils Holgersson, Pinocho,
Sandokán, Huckleberry Finn,
Scherezada, el judío errante,
la Celestina, Brandomín,
todo está en los libros,
todo está en los libros,
todo está en los libros.
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