Estas fábricas están localizadas principalmente en Indonesia, China, Méjico, las Filipinas. Se localizan en sectores industrializados amurallados; las barreras que la rodean tienen un doble propósito: mantener a la multitud lejos de los costosos artículos que se fabrican dentro de ellas, y quizá, ante todo, proteger al país de los que sucede allí dentro.
No se ven sus
nombres ni sus logos desplegados en sus fachadas. Como si se tratara de un
residuo tóxico que se halla concentrado en estas zonas. Los talleres carecen de
ventanas, construidos con plástico barato y aluminio, unos pegados a otros.
Estas zonas son de una economía libre de impuestos, independiente del Gobierno municipal y provincial, no pagan gravámenes de importación ni exportación; gobernados como un Estado Militar en miniatura, siempre dispuesto a suprimir el descontento laboral.
Las ZPE no son espacios por donde transitan los artículos, sino donde se fabrican. La idea de estas “fábricas” la parieron en la década de los 80 en la India, que otorgó cinco años de exención fiscal a estos explotadores.
Una de
las muchas ironías de las ZPE es que lo único que logran los gobiernos de estos
países con cada incentivo que otorgan a las multinacionales es reforzar el
sentimiento de las empresas de ser turistas económicos y no inversores a largo
plazo. La zona del mundo más poblada del mundo de ZPE (con diferencia) es
China.
La jornada
laboral es todo lo larga que los patronos deseen. La gran mayoría de personal
se compone de mujeres, siempre jóvenes. La gestión del personal es de corte
militar. En estas zonas reina el miedo. Los Gobiernos temen perder sus fábricas
extranjeras, las fábricas temen perder sus marcas clientes, y los obreros sus
inseguros trabajos. Estas fábricas no están construidas sobre la tierra, sino
en el aire.
Si las
fábricas no pagan impuestos ni crean infraestructuras locales y los artículos
que producen se exportan, ¿por qué estos países siguen esforzándose en
atraerlas dentro de sus fronteras? Su estúpida y fullera razón es la teoría del
goteo: con el tiempo, los ridículos salarios (alrededor de 87 centavos de dólar
por hora) permitirán lograr el desarrollo sostenible de la economía local.
En algunos
de estos países, la idea de ofrecer incentivos y exenciones a los
inversionistas, que debía abandonarse gradualmente a medida que las empresas
extranjeras se homologaran con la economía nacional, ha producido el efecto
opuesto al esperado. Las fábricas donde se habían formado asociaciones de
trabajadores han cerrado o han vuelto a abrir dentro de las zonas amuralladas
de las ZPE.
Como los propietarios reales y los administradores de las fábricas dependen completamente de sus grandes contratos para hacer funcionar las máquinas, los obreros no tienen capacidad alguna de negociación: no es posible sentarse a negociar con un formulario de pedido.
De este modo, incluso la división
marxista clásica de propietarios y trabajadores no se aplica del todo a la
zona, porque las multinacionales de marca han desinvertido en “los medios de
producción”, para emplear la expresión de Marx; porque no quieren aceptar las
responsabilidades que entraña la posesión y la gestión real de las fábricas y
el empleo de la mano de obra.
Las
economistas neoliberales interpretan que estas fábricas no constituyen un
deterioro en los derechos de los trabajadores, sino un índice de una inminente
prosperidad. Lo que les preocupa “no es
que existan tantas fábricas donde se explota a los trabajadores, sino que haya
tan pocas (…) y que tienen que llegar a África para sacarla de la esclavitud
rural (Harvard Jeffrey Sachs).
La opinión predominante entre los economistas es que el
aumento de este tipo de empleos es una noticia enormemente buena para los
pobres de todo el mundo.
Un cartel
colocado en una intersección de las calles de la Zona de Procesamiento de las
Exportaciones de Cavite (Filipinas), está escrito en inglés y pintado con
grandes letras mayúsculas rojas, reza: “NO ESCUCHES A LOS AGITADORES NI A LOS
REVOLTOSOS”.
POSDATA.- Durante dos años la periodista canadiense Naomi Klein estuvo desplazándose por estas “fábricas” en diversos países para conseguir un reportaje sobre este tema; aunque su publicación se produjo en el año 2000 tengo el presentimiento, por otros informes actuales, de que no difiere mucho del que existe en la actualidad. El escrito de hoy está muy resumido.
La canción que toca es un monólogo sobre la infancia explotada,
un fragmento de esa "América Latina de las venas abiertas" que describiera
Eduardo Galeano. Un doloroso canto a los marginados, a la niñez perseguida e
imposible.
Del disco de
Serrat de 1993 “Nadie es perfecto” la canción “Niño silvestre”.
https://www.youtube.com/watch?v=EB0caNjFn5A
Hijo del cerro
presagio de mala muerte,
niño silvestre
que acechando la acera viene y va.
Niño de nadie
que buscándose la vida
desluce la avenida
y le da mala fama a la ciudad.
Recién nacido
con la inocencia amputada
que en la manada
redime su pecado de existir.
Niño sin niño
indefenso y asustado
que aprende a fuerza de palos
como las bestias a sobrevivir.
Niño silvestre,
lustrabotas y ratero,
se vende a piezas o entero,
como onza de chocolate.
Ronda la calle,
mientras el día la ronde,
que por la noche se esconde
para que no le maten.
Y si la suerte,
por llamarlo de algún modo,
ahuyenta al lobo,
y le alarga la vida un poco más.
Si el pegamento
no le pudre los pulmones,
si escapa de los matones,
si sobrevive al látigo, quizás
llegue hasta viejo
entre cárceles y "fierros"
sembrando el cerro
de más niños silvestres, al azar.
y cualquier noche
en un trabajo de limpieza
le vuele la cabeza
a alguno de ellos, sin pestañear.
Casi todo muy cierto pero normalmente el control de esos medios de producción no es de los compradores sino del estado que interviene en la mediación. Lógicamente ese trabajo debería ser cada vez mejor remunerado pero la parte gruesa, la plusvalía del trabajo que diría Marx, la obtiene el gobierno.
ResponderEliminarA ver de dónde saca el gobierno chino su potencial de inversión. Simplemente poniendo a trabajar a tope a sus ciudadanos.
El asunto de la deslocalización está cada vez mas controvertido para las empresas "capitalistas". Ya no es el "chollo" de antes.
Y el gobierno chino no tiene nada de tonto.