sábado, 19 de febrero de 2022

La "Catalina" o campana "Gorda" continúa en el Almacén Municipal de Obras. "La torre, el campanario y las campanas de Santa Catalina", por Paco Domenech Mira.

    Por respeto al Carmelita Alfonso Herrera que hace más de tres semanas dedicó sus "Buenos días" a la situación de abandono de la campana "Catalina" en las estanterías del Almacén Municipal, esta ya debería estar en un lugar más apropiado. Esperábamos del Alcalde que actuara con más celeridad. 

        Sirva esta crónica para animarlo a trasladarla a Santa Catalina o a cualquier otro lugar más adecuado que un almacén de obras teniendo en cuenta que forma parte de nuestro Patrimonio Histórico, Cultural y Religioso.

       Les voy a dejar un interesante artículo escrito por Francisco J. Domenech Mira publicado en la Revista de Abenzoares Nº 3 del año 1996 que lleva por título "La torre, el campanario y las campanas de la Iglesia Parroquial de Santa Catalina V. y M. de Caudete" .También les dejo un emotivo  resumen de Miguel Gíl Hernández que lleva por título "Recuerdos de un Sacristán".

         "En la fachada nor-noroeste del campanario está situada la campana mayor Catalina (núm. 5). Hechura de una campana anterior que se construyó en 1740, fue refundida en los talleres de D. Juan Bautista Roses de Adzaneta (Valencia), e izada hasta su actual emplazamiento en la primavera de 1950; ofició su bautismo el R. P. D. Vicente Dimas Soler y actuó como madrina doña Emilia Espí. La factura netamente valenciana de sus rasgos, así como la calidad de su ejecución denotan una fuerte presencia de iconografía modernista.

       Seis cabezas de leones con las fauces abiertas tornean las asas de bronce que la sujetaban a un extraordinario yugo de madera de pino. Este elemento, además de su contrapeso primitivo de factura hormigonada, conferían a la campana un aspecto sólido y una sonoridad muy solemne.

 Estos accesorios fueron torpemente sustituidos en 1980 por una estructura metálica que aniquila su elegante diseño, y por un sistema de rodamiento de bolas que, amén de elevar el eje de giro, impele a su volteo una aceleración excesiva, desluciendo su voz ronca y profunda. 

      Por otra parte, el badajo original de hierroque en algunas ocasiones había sufrido desprendimientos- ha desaparecido en beneficio de un cilindro de teflón que en un extremo incorpora una pieza aplanada y redonda de metal que golpea cuando es volteada. 

El plano exterior del ventanal está "protegido" por una reja de hierro convexa instalada en la primavera de 1962, al objeto de servir de cautela ante eventuales caídas del badajo que, hasta esas fechas, se había precipitado en varias ocasiones sobre las viviendas colindantes; no obstante, el peso de la celosía de hierro está causando serios deterioros a la fábrica del campanario, que presenta preocupantes fisuras. 

      La corona de la campana presenta grandes guirnaldas de hojas de acanto de 13 cms. de altura por 13 cms. de anchura, en una cenefa de 10 cms. de anchura que presenta esta inscripción: *AD LAUDEM ET GLORIAM OMNIPOTENTIS DEI ET IN HONOREM SANCTAE CATHERINAE V* M* *. ("En alabanza y gloria de Dios Omnipotente y en honor de Santa Catalina, V. y M."). 

   En el tercio inferior del anverso del vaso está fundido el escudo de armas de la Villa de Caudete en un relieve de 21 cms. de altura por 14 cms. de anchura, y una cenefa de 8 cms. de anchura con un amorcillo que se combina con una guirnalda de motivos florales formadas por hojas de vid con frutos. 

     En el tercio derecho medio, y en el vaso, la campana presenta el relieve de una orla de 27 por 14 cms. con una imagen de Sta. Catalina, V. y M.; en el izquierdo localizamos otro relieve: es una Custodia sobre una peana flanqueada por dos querubines enfrentados, que se apoyan sobre pedestales de tres triángulos con vértice central; las medidas del relieve son 31 por 18 cms. 

        En el reverso del vaso se halla grabada en bajorrelieve una cruz de planta latina floreada de 35 por 26 cms., que flanquean dos querubines o putti de cuerpo entero en actitud de adoración. Por último, en el pie del vaso y circuyendo de anverso a reverso la campana una moldura doble semicircular cóncava de 10 cms. de anchura, se localiza la inscripción siguiente: *CAUDETE AÑO 1950 REF. por Juan Bta. Roses Adzaneta Valencia (nueve tréboles de cuatro hojas).

      Esta campana siempre ha volteado en las principales Fiestas de la Villa de Caudete. Cuando se la incorpora a los repiques, se la hace sonar mediante una cuerda enlazada al pie del campanario. También la campana CATALINA era la encargada de tocar el "Alba", el "Alzar a Dios", previo volteo de la campana Micaela; el "Ángelus", el "toque de almas", el "toque de fuego", el "toque de Agonizos" y el "toque de los comulgares".

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     RECUERDOS DE UN SACRISTÁN

por Miguel Gil Hernández

 ARCHIVO PARROQUIAL DE SANTA CATALINA.

           En todos los escritos que he leído no he visto ni una sola mención a mi querido padre, Manuel Gil Pérez “el Sacristán”, por todo el tesoro de la iglesia de Santa Catalina que salvó, arriesgando su vida y comprometiendo la de otras personas, y que luego entregó para que se pudiera seguir con el culto en la iglesia parroquial.

          Una excepción es su actuación en el ocultamiento de las Hostias Incorruptas, de lo que sí que se ha hablado, y por lo que le dedicaron la PLACETA DEL SACRISTÁN MANUEL GIL, de lo que estoy muy agradecido.

                 Con referencia al Archivo Parroquial, D. Manuel Gil Pérez, sacó todos los libros de registro de bautismos, matrimonios, defunciones, confirmaciones, de cuentas, ermitas y cofradías, de otras Parroquias, amén de otros documentos importantes, lo que salvó de su destrucción cuando las hordas salvajes prendieron fuego a la Iglesia y demás dependencias, para quemar todo lo que tuviera relación con el culto católico cristiano. Gracias a padre Manuel Gil, se salvaron de ser quemados durante la guerra civil de 1936.

       No solo salvó el archivo. Imágenes talladas de santos, ornamentos sacramentales, tales como una cruz de plata repujada del siglo XVI, custodia del renacimiento, diversos cálices, copones, relicarios, incensarios, ternos de revestida para las misas pontificales, candelería de plata Meneses, joyas sacras repujadas...., en fin, todas las cosas que él creía que tenían un valor eclesiástico, se las llevó a su casa y las escondió en la bodega de la misma, después tabicaron la puerta y una ventana que daba al corral para ventilación, lo encalaron y así quedo hasta que terminó la contienda. 

     Pero para él, lo principal fue salvar las Sagradas Hostias consagradas, para que no fueran profanadas y quemadas.

       Mi padre hizo un inventario, pieza por pieza, detallando todo lo que pudo salvar, y cuando terminó la contienda y volvió del frente, lo sacó del encierro y se lo mostró al Sr. Cura Párroco D. Francisco Díaz Alcover y lo expusieron en la Iglesia para que todos los fieles vieran todo lo que había guardado. 

       Del inventario doy fe, aunque se ha buscado en la iglesia y no se ha encontrado; cuando yo dejé el archivo después de la muerte de mi padre (29-01-1963), estaba en el mismo, pues se hizo un recuento de todo, cotejándolo con el inventario existente, pero luego ya no se pudo encontrar. 

          Después de su muerte yo me quedé en la Iglesia, haciendo todas las funciones que estuvo haciendo él mientras vivió, hasta que un día de las Pascuas de Resurrección me llamó el párroco D. Narciso Baguñá Golobart y, sin ningún miramiento, me pidió las llaves de la Iglesia y me despidió sin más, tapiaron la puerta de acceso a la Sacristía desde nuestra casa y que solo se podía entrar a la misma cuando estaba abierto el portón de la entrada al archivo ya que antiguamente solo se podía entrar en la Iglesia pasando por nuestra casa.

       Yo le había prometido a mi padre que seguiría con las funciones que desempeñábamos hasta aquel momento (de Sacristán y guardián de su tesoro). Pero, no lo pude cumplir por el despido improcedente del Párroco.

      Creo que al menos podían haber puesto una reseña en alguna parte de la Iglesia para que todo el mundo supiera quién guardó el gran tesoro que con tanto ahínco había sido salvado y devuelto por él a la parroquia con gran orgullo y pasión y sin ningún afán de lucro.

       Todos los feligreses sabrían también esta otra deuda contraída con el popular sacristán D. Manuel Gil.

SOBRE EL CAMPANARIO Y EL RELOJ.

      A la campana GORDA, llamada Catalina, se le habían hecho unas grietas y estaba en peligro de romperse en pedazos. Se montó un andamio y sobre el mismo se la despedazó; los trozos que se hicieron los bajaron por el interior de la escalera hasta el último rellano, bajados sobre los hombros de varios hombres fuertes del pueblo (el Lico, el Aragonés, Tarzán...) y otros más que se ofrecieron para hacer este trabajo tan peligroso. 

  Desde este rellano hasta la base se bajaron con un quinal (están las marcas de la cadena que sujetaba dicho quinal en la viga de madera).

     La campana troceada la llevó José María el Périto (el Peri) en el carro hasta Adzaneta, donde se fundió de nuevo en el año 1950, estando de párroco D. Vicente Dimas Soler.

Cuando ya estaba fundida, nos desplazamos en el coche de D. Manuel Amorós (Palitos) a la fundición; en el coche íbamos D. Manuel Amorós, D. Vicente Dimas, D. Gabriel Estañ, D. Manuel Gil el Sacristán y yo en un rincón del coche; el conductor del coche era Pepet, el chófer de D. Manuel Amorós.

      Cuando llegamos a la fundición de Adzaneta, con un quinal sacaron la campana del hoyo donde se había fundido, y llegó el momento de hacerla sonar; le dieron una almaina o mazo a D. Vicente Dimas para que fuese él el que la hiciera sonar por primera vez, pero no quiso hacerlo y le cedió el honor a mi padre para que fuera él el que la hiciera sonar por primera vez.

 Le dio tres mazazos y luego le pasó el mazo a D. Vicente Dimas para que la probara él; después, el maestro fundidor me dio un pequeño martillo para que yo fuera el tercero, y esto es lo que recuerdo de este evento. Luego nos llevaron a Agullen y comimos todos en la casa de D. Manuel Amorós.

      Cuando llegó el momento se subirla al campanario, se montó un artilugio en la plaza con dos volantes (que manejaban entre cuatro personas) y un núcleo central donde se enrollaba la cuerda que bajaba desde una gran trócola instalada en lo alto de la torre. 

   Para que no se desplazara la campana sobre el local existente donde está la verja de la entrada al callejón, se sujetó con una gran cuerda, que era tirada por un montón de gente que llegaba hasta casi el final del callejón. Le tuvieron que lastrar con plomo la cabeza porque era mucho más pesada que la “hoya”

EL RELOJ MECÁNICO.

      El reloj había funcionado casi toda la vida; pero como las rozaduras de las piezas móviles no tenían rodamientos, se produjo un desgaste que ocasionaba el desajuste de la hora.

    Por tal motivo, sobre el año 1950 se le encargó su restauración a D. Manuel Martínez “el Rojo el Hornero”, ajustador mecánico y fundador de Trabucos el Rojo, regentado hoy en día por sus nietos. El ajuste consistió en encasquillar todas las rozaduras con cojinetes de metal.

      El encargado de darle cuerda era Eladio el Campanero; yo era un crío y me subía con él para ver cómo levantaba las pesas, lo que se tenía que hacer todos los días, ya que solo había espacio para treinta y seis horas antes de que llegaran las piedras al suelo. Hasta que por el año 1957 enfermó y ya no pudo subir a darle cuerda.

        Entonces mi padre me dijo que le diera cuerda yo y que hablaría con el Alcalde para que me quedara de relojero.

Así fue como me hice relojero del pueblo. Hasta que, pasados cuatro años, y después de morir mi padre, dejaron de pagarme en el Ayuntamiento y me despidieron, dándole el puesto a un empleado del mismo.

       A pesar de que estaban destrozados todos los mecanismos de tocar las horas, se podía haber puesto en marcha sin ninguna dificultad después de hacerle una buena limpieza y hubiera podido seguir funcionando como en sus buenos tiempos.

 

 


3 comentarios:

  1. La memoria de mi tío, el señor Miguel Gil, es increíble. Pero su capacidad de relatar unos hechos acontecidos hace muchísimos años, con tantísimo detalle, es aún superior! No puedo dejar pasar esta oportunidad de felicitarte públicamente y de darte las gracias por no dejar que tantos recuerdos, de nuestro abuelo (Manuel Gil Pérez) y de Caudete (nuestro querido pueblo) caigan en el olvido. Gracias tío. Ha sido como leer en los libros de historia, pero aún mejor, porque lo has recordado y escrito tú, con todo ese cariño que le pones a las cosas que haces. Un beso fortísimo!

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  2. Chimo,esa campana tenía su sitio si tu no hubieses quitado el alcalde de turno de forma no muy normal o truqulenta.

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  3. Excelente relato de hechos de los que aún tengo recuerdos.
    No en vano, sabes Miguel que éramos vecinos de puerta con puerta.
    Permíteme aclarar aquí que el chófer de Palitos era Chimet(no Pepet), padre de Manuel Amorós (el Gestor).
    También recuerdo a los párrocos de la época, D.Vicente Dimas, D.Narciso (catalán que a mí me llamaba "Gasparrin" (si, con dos r). Y por supuesto me acuerdo de tu padre, de cuando murió, de cuando estando ya muy malito le pusisteis para su entretenimiento uno de los primeros televisores que se instalaron en Caudete.
    En fin, muchos recuerdos. Tristes algunos por ley de vida pero todos enriquecedores.

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