Lo que
representó Comisiones Obreras en los años sesenta del siglo pasado fue: la
afirmación de impulsos sociales nuevos por encima de las inercias y de las
formas del pasado.
Comisiones
Obreras fue una de las creaciones más genuinas de la sociedad española bajo el
franquismo. No vinieron de “arriba”, surgieron de “abajo”. El Partido Comunista
de España y el Partido Socialista de
Cataluña, sus grandes valedores, se las encontraron en fase embrionaria y
decidieron apoyarlas y promoverlas en un momento de dudas sobre la conveniencia
de seguir manteniendo estructuras sindicales comunistas estrictamente
clandestinas.
Comisiones
Obreras fue una emanación genuina de la España del Seiscientos. Fernando
Claudin y Jorge Semprún tenían razón cuando, en 1963, advirtieron al PCE que la
sociedad había cambiado en una fase profunda de mutación socioeconómica, de
manera que la política de oposición a Franco no podía concebirse sin tener en
cuenta esa evolución de fondo.
Ambos fueron expulsados, y eso ayuda a explicar
que el Eurocomunismo se implantase en España con severos defectos de fábrica.
Y, como consecuencia de ello, pasó lo que pasó.
Comisiones
Obreras fue un sindicato de nuevo tipo. Luchó
por un reparto más equitativo de los beneficios durante el despliegue
desarrollista y dotó a muchos trabajadores de un nuevo sentido de la
ciudadanía, sin una sobrecarga nostálgica de los tiempos de la República.
Comisiones Obreras fue un producto social moderno. El primer impulso no
“subalterno” de la clase obrera española después de la tragedia de 1936-1939.
El escrito de
hoy no termina con la deseable y oportuna canción del maestro Serrat, sino con
un artículo escrito por Julio Anguita honrando la memoria de Marcelino Camacho (la
persona que me demostró el significado de la dignidad laboral), publicado en el
diario El Mundo el 29 de octubre de 2010
con el título: "ADIÓS A UN SINDICALISTA HISTÓRICO: EL MAGISTERIO DEL EJEMPLO":
"Los sueños,
las ideas y los valores viven, se perpetúan, convencen y seducen si hay seres
humanos capaces de encarnarlas no sólo en los grandes momentos, sino también, y
preferentemente, en la cotidianeidad más cercana, en la inmediatez de lo
próximo, en el magisterio del ejemplo.
Marcelino Camacho Abad, comunista y
dirigente sindical ha sido –y es- un gigante con una ejecutoria de entrega al
movimiento obrero desde aquellas Comisiones Obreras que aportaron a la lucha
emancipadora de la clase la apertura del campo de visión y de acción hacía el
ámbito donde se dirime el poder y su traducción en la legalidad: el campo de la
política.
A fuer de consecuente, aquel sindicato asambleario y de nuevo cuño,
con Marcelino al frente de su dirección colegiada, demostró que se puede
negociar, pactar y acordar, pero sin olvidar nunca quien se hace y en nombre de
quien se hace. La historia de Marcelino ha sido la de tantas decenas de miles
de luchadores y luchadoras que nunca renunciaron a ser personas, seres humanos,
ciudadanos.
A causa de ello padeció exilio, cárcel y sufrimientos, pero jamás
dobló la rodilla. Fue militante y dirigente comunista sin alharacas, pompas y
escenarios mediáticos; lo hizo como lo hacen los convencidos, sin hacer
espectáculo de su apuesta revolucionaria.
Ejerció de diputado por el PCE con la
misma sencillez, naturalidad y dignidad con que desarrolló su trabajo como
maestro fresador en Perkins Hispania. Su coherencia e integridad sólo
estuvieron al servicio de la democracia y de la lógica consecuencia de la
misma: la efectiva igualdad de los seres humanos. Se ha ido, y esta vez sin
Josefina. Y ella, tan de él y tan de nosotros, queda con su vacío, arrebujada
por los suyos: familiares.
Amigos, camaradas, compañeros, ciudadanos y ciudadanas
que han tenido como propios. Nuestro combate diario pierde con Marcelino, y con
el dolor de Josefina, el coherente cálido del ejemplo. Adiós a un dirigente
entrañable. Que la tierra le sea leve".
Cuanto hecho de menos a esta personas, como politicos y por suesto como personas.
ResponderEliminarTodos los echamos de menos Diego, en los tiempos que corren una persona honesta no tendría cabida en la dirección de los sindicatos o partidos.
ResponderEliminar¿Alguien se puede imaginar a Marcelino o Nicolás firmando la actual legislación laboral?
No creo y se indignaria con los pactos, sobre todo con los TERRORISTAS.
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