Hoy comienzo mi “Diario de un Estado de Alarma” indignada con el/los vecinos del médico de Alcázar de San Juan, a quien le dejaron una nota en la puerta de su casa invitándole a marcharse de la comunidad hasta que finalizará la crisis sanitaria. Espero que los mismos no salgan cada tarde a las 20:00 horas al balcón para aplaudir la gran labor que están realizando los profesionales de la Sanidad en nuestro país para luchar contra COVID-19, porque entonces además de insolidarios y egoístas, habría que calificarlos de hipócritas.
Estoy convencida que el pensamiento de esos vecinos es solamente el reflejo de una minúscula, diminuta, casi inexistente parte de la sociedad. El resto, somos muy consciente del gran trabajo que están haciendo los profesionales sanitarios en la primera línea de batalla.
El otro día hablaba por mi chaflán con una hellinera, afincada en Caudete, profesional de la Sanidad que en estos momentos se encuentra en primera línea de batalla y que ha tenido que dejar a su pequeño, de apenas un año y algunos meses, con su hermana porque ella y su marido trabajan los dos en el Hospital.
Los profesionales sanitarios tienen muy presente el riesgo de contagio que tienen y que pueden acabar contagiando a los suyos, se los recuerda cada día las cifras de los, hasta el diez de abril, “24.101 sanitarios infectados” (“Redacción Médica”), y a pesar de ellos en muchas ocasiones están doblando turnos, porque son también muy conscientes de que ahora más que nunca se les necesita en la primera línea de batalla.
E incluso, a pesar de acabar contagiados, no quieren dar un paso atrás como decía N., una enfermera de la UCI del hospital de Alcorcón, en Madrid, al periódico “El País”: “necesito volver a trabajar y sentir que hago algo”.
Por ello, no creo que haga falta recordarles los riesgos que su profesión conlleva, son plenamente conscientes de ellos durante las 24 horas que tiene un día, desde el minuto uno de la crisis sanitaria. Y lo que ahora más necesitan es nuestro apoyo, nuestro reconocimiento, nuestro esfuerzo de quedarnos en casa para no darles más faena y nuestras consuelo por los “19 sanitarios muertos por el coronavirus” (“El Mundo”).
Quizás el ver como Wuhan ha comenzado a despertar de su confinamiento está provocando en nuestro país que muchos ya sueñen con ese momento. Aunque no debemos olvidar que como han vuelto a recordar las autoridades competentes “seguimos en la fase de confinamiento” y por lo menos, nos quedan por delante otros quince días de Estado de Alarma.
Pero bueno no seré yo quien ponga diques a la imaginación del día de mañana, si soy la primera que estoy ya pensando todo lo que voy a hacer cuando recuperamos nuestras vidas.
España es uno de los países con mayor horas de luz solar, quizás será por eso que nos encanta estar en la calle y que una de las actividades de nuestra cultura española es ir de tapas. Por eso, conociendo como somos creo que los expertos serán muy comedidos a la hora de levantar el confinamiento y que el mismo será muy paulatino. Porque como nos den rienda suelta abarrotamos los parques, llenamos los bares y en dos días hemos vuelto a darle alas al virus y hemos colapsado el sistema sanitario, y entonces, me cuesta hasta escribirlo, vuelta a empezar.
Entre los muchos debates abiertos en relación a la crisis sanitaria nos encontramos desde hace unos días si los niños deberían salir o no a la calle a partir del 27 de abril. Algunos líderes autonómicos han pedido que se les permita salir “de forma limitada, controlada, ocasional y segura”, según fuentes del Gobierno dicha medida se está estudiando y como comentó el Ministro de Sanidad, Salvador Illa, “lo vamos a decidir con mucha prudencia, insisto. En base a evidencias científicas, siempre”, quizás esa prudencia sea porque como afirma el pediatra, Alfonso Delgado, “los niños, al no mostrar síntomas, son más peligrosos como transmisores del coronavirus” (“Diario Sur”).
Yo no soy experta en la materia, y no está en mi mano decidir si es mejor o peor que los niños salgan a la calle antes o después, pero sí que es cierto que como madre de un niño de tres años que cree conocer a su hijo, aunque cada día me sorprende con una cosa nueva, pienso en esa posibilidad de salir a la calle con él sin haber conseguido frenar la situación por completo y me da pavor.
Porque, aunque hemos aumentado las medidas de higiene en el hogar, para un crío es muy difícil controlar el metro y medio de distancia y más si con quien se cruza es su amigo que lleva un mes y medio sin verlo, porque aunque sabe que los besos se dan con el codo, no sé si sería capaz de no tocar nada al salir de casa, con lo salsero que es él.
Estoy convencida que acabaría diciéndome: “mamá, ¿por qué salimos a la calle si el virus sigue en el parque, no podemos jugar en él y encima puede que nos pique?” y a mí me tocaría, una vez más, volver a sacar de mi bolso de “ocurrencias de mamá” una explicación para que a su manera acabará entendiendo, algo sobre lo que ni yo sé la respuesta correcta.
Pero bueno confió en los expertos, en esas personas que medida tras medida dictada al Gobierno para su puesta en marcha han conseguido “reducir un 25% la cifra de contagios en relación al fin de semana pasada, 3.477 nuevos positivos en las últimas 24 horas de un total de 169.496 contagiados. Una caída del 13% en número de fallecidos, 517 en las últimas 24 horas, la segunda cifra más baja desde el 24 de marzo, de un total de 17.489 fallecidos. Y 64.727 recuperados” (“El País”. 11:53 horas).
Y cuando llegue el momento volveré a confiar en lo que nos dicten para ponerlo en práctica con mi hijo pequeño de 3 años, pero en estos momentos como dice la pediatra María José Muñoz, “la prioridad es la vida, no salir al parque” (“Nius Diario”), y al fin y al cabo esta situación de confinamiento es una aventura más, que quizás únicamente recuerde, con el paso del tiempo, cuando su mamá le regale una copia del “Diario de un Estado de Alarma”, dónde él es un protagonista muy especial.
Caudete, 13/04/2020 17:38 horas del trigésimo día de “Estado de Alarma” #yomequedoencasa
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