Hoy ha sido nuestro día. Después de cuarenta y tres días, 24 horas encerrados en casa, hoy Julen, “mamá Claudia”, como él me llama, y su muñeca Leonor, hemos vuelto, por una horita, a pisar la calle. Hemos aprovechado que Julen ha dejado de echarse la siesta, para justo después de comer, salir a dar nuestro primer paseo del Estado de Alarma.
Volver a pisar la calle se me ha hecho extraño, al principio. Creo que a Julen también porque se ha sorprendido de ver flores en las jardineras del Paseo: “mamá, ¡mira si hay flores de colores!”. Por un momento, he sentido como si el tiempo se hubiera detenido y volviéramos a la última mañana que Julen fue al cole, antes de ser confinados en nuestros hogares.
Aquella mañana también había flores de colores en la jardinera, íbamos los dos de la mano y Julen no paraba de charrar, como hoy. El camino también era el mismo, la única diferencia, que entonces no llevábamos esas mascarillas, que aunque te agobian te ayudan a protegerte, y bueno que desde aquel día hasta hoy ha pasado ya más de mes y medio.
Julen, como muchos niños y niñas que salieron ayer por primera vez, ha podido ver a sus abuelas y abuelos, eso sí respetando los dos metros de distancia de separación con ellos. Creo que el ver a su nieto, ya no por una pantalla, sino físicamente les ha dado un chute de energía para continuar en la lucha desde casa. También ha dado tiempo para recorrer algunas de las calles que se encuentran en el área de un kilómetro de nuestro hogar. Esas calles que aunque no se habían movido del sitio, hoy parecía que tenían otro aire diferente al pasear por ellas.
El adulto es el responsable del niño, aunque en este caso, Julen estaba tan concienciado del papel que tenía que jugar cuando saliera a la calle, que igual que me lo ha ido poniendo muy fácil durante el confinamiento, el salir a la calle ha sido más fácil de lo que me esperaba. Nuestra salida me ha dejado un buen sabor de boca y me ha borrado de la mente la indignación con la que me fui anoche a dormir.
Ayer, no podía entender cómo el ser humano podía llegar a ser tan inconsciente. Me intentaba autoconvencer de que aquellas imágenes que había visto en las redes sociales y de las que se hacían eco los telediarios de anoche no eran ciertas, y serían bulos de esos que corren en estos tiempos de “infopandemia”, pero por desgracia, sí que eran ciertas, y aunque la gran mayoría cumplió las medidas marcadas, hubieron otros, que como ha apuntado el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, realizaron “conductas absolutamente insolidarias”.
Esta mañana, oía a unas de las denominadas “reinas de la mañana” en televisión, Ana Rosa Quintana, decir que una parte de la culpa de lo ocurrido ayer era por “falta de concreción de las autoridades”. Yo discrepo en su planteamiento en relación a dicha cuestión, las normas y las medidas eran muy claras, lo que falta es responsabilidad y civismo en ciertas personas, con las que parece que la pandemia no va con ellas. No era tan difícil, al menos para nosotros no lo ha sido, una hora, un kilómetro, un adulto, una distancia de seguridad de mínimo dos metros si nos cruzábamos con alguien.
Claro que en los pueblos es mucho más fácil que en las grandes ciudades porque hay menos pequeños y por lo tanto es más difícil que te cruces con mucha gente, pero vamos a ver que lo que vimos ayer en los medios de comunicación no era gente que se cruzara manteniendo la distancia de seguridad, sino adultos conversando tranquilamente como cualquier tarde de cualquier mes de un año normal, como el de 2019, mientras sus hijos e hijas jugaban todos juntos, por ejemplo, con un balón.
Al Gobierno se le podrá echar en cara muchas cosas en la gestión de la crisis sanitaria, pero nosotros somos los únicos culpables de nuestra propia irresponsabilidad. No entiendo como esos padres y madres no eran conscientes de que el bicho andaba por ahí fuera, porque yo en los 60 minutos de paseo tenía la sensación de que lo veía campando a sus anchas por las farolas, por los contenedores, por los coches, los bancos… Iba disfrutando del paseo con mi hijo, pero también con el modo alerta activado para intentar no convertirnos, en nuestro camino, en amigos del bicho.
Esta mañana, el doctor Fernando Simón decía que “si la evolución de la epidemia no va como debe porque no se respetan las indicaciones, la fase de transición llegará más tarde o será más lenta de lo que a todos nos gustaría” (“El País”). Yo quiero poder volver a disfrutar de la vida plena con mi familia, con mis amigas, con mi gente lo antes posible, y por eso, me niego a tener que volver a la casilla de salida, porque algunos se han olvidado de activar en sus cerebros las neuronas de la responsabilidad, de la prudencia, la consciencia y la cautela. Así que por favor, como ha dicho el ministro de Interior, “es imprescindible respetar las normas. No podemos tener errores”.
Para nosotros ha sido un día a recordar de nuestro confinamiento, para el Ministerio de Sanidad también ha sido un día importante, “después de 43 días todas las Comunidades Autónomas han reportado los datos de la epidemia de forma homogénea” (“El País”) y eso ha provocado que sepamos, por primera vez desde que empezó la crisis sanitaria en nuestro país, que “114.081 personas han requerido hospitalización en España por coronavirus”.
En relación a los fallecidos, hay más fallecidos que en el día anterior, “331, frente a los 288 del domingo, de un total de 23. 521 vidas perdidas por culpa de COVID-19”. Aun así, el doctor Simón apuntaba que “la evolución es claramente descendente y nos va dando esperanzas”. Como dato positivo nos encontramos con la cifra de más de 100.000 compatriotas curados, concretamente “100.875 curados” y como negativo podríamos poner que el número de casos detectados ha tenido una ligera subida, “1.831 positivos de un total de 209.465 positivos detectados por pruebas PCR” (“El País”. 14:54 horas).
Mañana será el día en el que demos algo de luz a todas esas sombras que giran en torno a la desescalada en España. En otros países europeos ya nos han ido avanzando en los medios de comunicación como lo tienen previsto realizar, pero esperemos que todos tengan muy cuenta lo que ha dicho la Organización Mundial de la Salud, en el día de hoy, de boca de su director ejecutivo, Michael J. Ryan, “cada país debe ver qué efecto puede tener en la economía mantener cerrados ciertos sectores, pero también cuál puede ser el impacto en vidas de abrirlos”. (“El País”).
Porque claro que la vida económica de nuestro país es fundamental, pero de nada serviría tener los bares abiertos si por otro lado nos estamos quedando sin vidas humanas a las que servir un buen plato de gazpachos manchegos.
Seguramente mañana como viene ocurriendo desde el minuto uno de la crisis sanitaria, habrá gente que vea bien el plan, mientras para otros será un gran error, idea que seguramente venga alentada por la posición de juego que le toque a cada uno en dicho plan, pero creo que deberemos seguir unidos, confiando en esos expertos que vienen asesorando al Gobierno desde el minuto uno, y que han conseguido doblegar la curva, controlar la pandemia y marcar la senda de la desescalada, que ya ha comenzado con la salida, aunque sea solo una hora, de los más pequeños, y que continuará, si todo va bien, con el poder hacer deporte al aire libre, los paseos en familias y las salidas de los más mayores, a partir del 2 de mayo.
Y mientras nos plantean el camino que nos queda para recorrer hasta llegar a esa “nueva vida”, que cierto que será muy diferente a la que teníamos hasta el 13 de marzo, mientras no llegue una vacuna efectiva contra el bicho, pero al menos será nuestra vida y la disfrutaremos con nuestra gente en nuestro querido país llamado España.
Pero hasta entonces, deberemos seguir teniendo paciencia, prudencia, responsabilidad y hacer caso a las normas, porque como decía Alejandro Magno, “recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos”.
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