Como todo
parece indicar que, por desdicha, los soldaditos de a pie estamos obligados a
padecer otro período de nueva austeridad a consecuencia del letal virus de
turno, he estado refrescando la memoria con algo que estuve releyendo hace
algún tiempo.
Fue Enrico
Berlinguer, secretario general del partido comunista italiano, en un pequeño
tratado literario titulado Austeridad donde
nos hablaba de que a partir de los años setenta y a causa de la crisis del petróleo,
la izquierda comenzó algo que definió como: “austeridad transformadora” algo
diferente a una política de rentas donde se reducen los salarios y la economía
se devalúa mucho.
En este libro del líder italiano explica que la austeridad podía provocar injusticias sociales y una grave depresión de la economía; o, por el contrario, sería la ocasión para implantar un crecimiento social nuevo de la economía donde el Estado se vería obligado a someterse a los intereses generales con el único fin de transformar profundamente la sociedad y con ello defender la expansión de la democracia.
No se permitiría reflotar un sistema económico que había entrado en una crisis profunda sino lograr una nueva justicia y moralidad social, aunque ello implicara renunciar y sacrificar algunas cosas concretas, nunca en el terreno de la protección social.
Se
crearían solidaridades construyendo “un amplio movimiento democrático al
servicio de una transformación social donde una sociedad más austera pueda ser
una sociedad más justa, menos desigual, más humana”. De esta manera se
distanciaba de esa austeridad autoritaria impuesta en nuestros días. Este
modelo de austeridad es el que debía de haber recuperado la izquierda.
Como contrapunto a esta visión progresista se instaló en 1998 en Europa (concretamente en Alemania) otro modelo muy distinto de austeridad: la “austeridad expansiva “donde primero se crece y luego se distribuye"; política que ha fracasado de manera rotunda dejando por el camino graves daños colaterales al recortar gastos sociales y moderaciones salariales agudas, donde nunca se ha podido reducir la deuda pública ni se ha protegido a los pobres, aumentando la riqueza de los ricos, más desigualdad social, plena precariedad y devastación de la naturaleza.
El poeta Tito
Muñoz y Joan Manuel Serrat compusieron en 2002 la canción “De cuando estuve
loco” integrada en el disco “Versos en la boca”. Narra una historia de locuras,
de una pasión amorosa exacerbada.
De cuando estuve loco aún conservo
el carné de majara en la cartera,
un plano detallado del infierno,
un cielo con pirañas y goteras,
un prontuario en la comisaría,
un frasco con pastillas de colores,
la carta con la que te despedías,
remedios varios contra el mal de amores.
Ahora voy rumbo al sur a sentar plaza
desdeñando otros puntos cardinales
y el sol encarcelado en la terraza.
Voy rumbo al sur buscando
tus besos espirales.
Atrás dejo kilómetros de afueras,
aire por respirar, luces en rojo.
Hacia donde señalan tus pezones
voy a toda pastilla
dando gas a la moto.
De cuando estuve loco aún conservo
un par de gramos de delirio en rama,
por si atacan con su razón los cuerdos
y un viento fuerza seis de tramontana;
el vicio de escribir por las paredes
pareados de amor, y la manía
de buscarte entre todas las mujeres
que en horas bajas me hacen compañía.
Cuando rozo tus pétalos, nenúfar
que sobrevive en aguas estancadas
saltan chispas, los cables se me cruzan,
se me sube el mercurio
y me salta la alarma.
Mono de ti que me obliga a llevarte
en sobres rojos, liofilizada,
para tomarte cuando me apetece
a sorbos cortos
donde duele la madrugada.
Te escribo desde un área de servicio
donde sólo me ofrecen gasolina.
Puedes llamarme a cobro revertido
desde la caracola de la esquina.
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