Otro viernes más de mercadillo de Estado de Alarma, aunque al estar en Fase 2 el mismo se ha visto ampliado en puestos, extensión y en mayor afluencia de público. Sigo sin entender como tenemos que esperar a que los voluntarios de Protección Civil nos tengan que dar un toque de atención por llevar la mascarilla por debajo de la nariz, e incluso, en algunos casos, los menos eso sí, por no llevarla puesta.
Ayer pasamos por la puerta de un establecimiento y de él salía un señor sin mascarilla. Me indigne con el señor y, en el fondo, respire aliviada de no tener un comercio, porque con lo guerrillera que soy, acabaría como el señor del Metro de Madrid que he visto esta mañana en el telediario que increpaba a una pareja que habían montado al metro sin mascarilla.
El hombre les recriminaba la falta de solidaridad y conciencia y les decía, con toda la razón del mundo, que eran unos “inconsciente”. Yo, sinceramente, creo que no se debería de dejar entrar a los establecimientos si el cliente no lleva la mascarilla puesta. Ya sé que un negocio tiene como fin principal vender, pero en materia de salvar vidas ya hemos visto que la economía se encuentra un escalón por debajo del escalón en el que se sitúa la vida de las personas.
En mi cabeza no entra como nos cuesta tanto hacer un gesto que nos ayuda a no contagiarnos y no contagiar a nadie. Y no me entra, quizás, porque tengo la suerte de vivir con un pequeño ser llamado Julen, que aunque a su edad se recomienda, él ha entendido a la perfección que si salimos de casa hay que ponerse la mascarilla para que no nos pique el bicho, como él lo llama.
Tampoco entiendo esa costumbre de bajarnos la mascarilla cuando vamos a hablar por teléfono o con alguien, si el tejido de la misma no interfiere en las ondas sonoras de nuestra voz, y, por lo tanto, se nos oye y se nos entiende a la perfección si hablamos con ella puesta.
Es más, al hablar es quizás cuando más tapada debería de estar nuestra boca para evitar que la saliva, que puede contener restos de la COVID-19 si el virus anda en nuestro cuerpo, pueda contagiar al receptor de nuestra información.
No pierdo la esperanza de que llegue el día en que todos seamos conscientes de la grave situación que hemos vivido y que continúa al acecho en nuestro país y en el planeta. Que seamos capaces de ponernos las mascarillas, lavarnos las manos, respetar el distanciamiento físico y mermar un poco el social y que entendamos que si tenemos algún síntoma que se pueda relacionar con la COVID-19 nos tenemos que quedar en casa y no hacer como la pareja que ha viajado de Perú a España, que como dice la noticia de “La Sexta”, “allí (Perú) comenzaron a tener síntomas compatibles con la enfermedad pero aun así cogieron el avión dirección Madrid” y una vez en nuestro país, su lugar de residencia, han dado positivo.
Puedo entender que viajes si no tienes síntomas y piensas, que es lo más normal del mundo, que no tienes el bicho en tu cuerpo, y al llegar aquí aparezcan los síntomas y el positivo. Eso sería un caso de mala suerte, pero joder, y perdonen la palabra, si los síntomas comienzan antes de viajar, cancelen el vuelo, que de su irresponsabilidad depende la vida de muchas personas. Yo tengo la suerte, por el momento, de no haber tenido a nadie cercano ingresado por COVID-19, pero eso no me hace menos consciente de la situación, ni menos responsable, por eso, no entiendo que podamos ser tan imprudentes y hacer como si la cosa no fuera con nosotros.
Si tenemos en cuenta el último comunicado del M.I Ayuntamiento de Caudete, del 26 de mayo, teníamos “70 personas en Caudete positivos en COVID-19 y 11 fallecidos”. Las cifras a día de hoy no las tenemos, pero no hace falta saberlas para ser plenamente conscientes de que es necesario extremar todas las medidas de seguridad para que los nuestros y los que nos rodean no acaben formando parte de los positivos en Caudete por COVID-19.
El otro día me contaba una persona, de esas que llevan dejándose la piel desde el minuto en la lucha contra el bicho desde su profesión, que “pocos” contagiados había en el pueblo con la de imprudencias e irresponsabilidades que se estaban cometiendo. Como sabéis la noción del tiempo la llevo un poco descontrolada, y no recuerdo bien si fue lunes, martes o miércoles, lo que sí que tengo claro que fue a principios de esta semana, cuando se realizaron en distintas zonas del pueblo controles por parte de patrullas de la Guardia Civil enviadas expresamente para hacer cumplir la ley.
Por lo que me contó una persona que estuvo hablando con ellos, habían pillado a unos cuantos, bastantes, incumpliendo las normas marcadas en las órdenes ministeriales recogidas dentro del marco normativo del Estado de Alarma.
Pongamos la nota positiva al “Diario de un Estado de Alarma” del día de hoy con la información de que “el 52% de la población española estará el lunes en fase 3 y sus autonomías gestionarán la desescalada” (“El País”). Confiaremos que ese pase a fase 3 la gente intente seguir siendo lo más prudente que pueda para que en 15 días puedan alcanzar la llamada “nueva normalidad”. Nosotros, Albacete, Toledo y Ciudad Real deberemos aguardar una semana más para cambiar de fase, mientras que nuestros paisanos de Cuenca y Guadalajara serán las avanzadillas de nuestra Comunidad Autónoma.
Como bien dicta el titular del periódico “El País”, en la fase 3 es el turno de las Comunidades Autónomas. Ellas se encargarán de la gestión de la desescalada, aunque siguiendo las recomendaciones y consejos del Ministerio de Sanidad, quien en palabras de su máximo representante, en estos momentos, el Ministro de Sanidad, Salvador Illa, ya les han recomendado que “aunque no hay ningún inconveniente en autorizar los desplazamientos entre provincias de una misma comunidad en fase 3, la movilidad entre distintas comunidades se debe producir en la nueva normalidad”, aunque dependerá de la decisión de los líderes autonómicos.
Yo soy de las que pienso que donde tanto hemos esperado, no nos va a pasar nada por esperar un poco más para poder trasladarnos a la Comunidad Valenciana o la Región de Murcia, nombro estas por ser las más cercanas a nuestro territorio. Aun así, que no se nos olvide que nosotros seguimos en fase 2, es decir solamente podemos ir a Yecla o Villena por médico, fallecimiento de un familiar o trabajo, solo y exclusivamente para esas tres circunstancias.
Salvador Illa también ha anunciado, en la rueda de prensa, que esta tarde mantendrá una reunión con los líderes autonómicos donde les compartirá el proyecto decreto-ley de la llamada “nueva normalidad” hasta que aparezca la vacuna y que será aprobado el próximo martes, en el Consejo de Ministros. La verdad que tengo ganas de que salga a la luz para vislumbrar que será de nuestro país y sus habitantes a partir del 21 de junio, día en el que decaerá el Estado de Alarma en España.
Tengo ganas de saber cómo será nuestro verano, la vuelta al cole en el mes de septiembre, nuestra vida hasta que llegue ese bien tan preciado que pondrá a raya al maldito bicho que se ha cobrado, hasta el momento, en nuestro país, “27.133 fallecidos”, ha mermado la salud de “240.660 positivos por PCR” y no ha podido con “150.376 personas, que le han ganado el pulso con su recuperación” (“El País”. 16:45 horas).
Hoy es el último día de luto oficial por las víctimas de la COVID-19 y en la mayoría de instituciones se ha guardado un minuto de silencio, a las 12:00 horas, en recuerdo y memoria de quienes nos dejaron por culpa del virus. El duelo continuará en el pensamiento y en el corazón de cada uno de los habitantes de este país que hemos vivido un tiempo muy duro y difícil, porque nadie nace preparado para vivir una pandemia, y porque, aunque, en un momento de nuestra vida, acabamos siendo conscientes de que en este mundo estamos de paso, se nos hace muy difícil decir “adiós” a todas esas personas que se marchan para siempre de este mundo.
Comenzamos un nuevo fin de semana, el sol vuelve a lucir en este cielo azul que tenemos, las ganas de disfrutar de la vida son inmensas, pero debemos ser plenamente conscientes de que seguimos en Estado de Alarma, y que la “nueva normalidad” todavía no ha llegado a nuestras vidas.
Y en esa idea de ser conscientes, de que es necesario ser prudentes, responsables y cautelosos con la situación, me vais a permitir que me despida en el día de hoy con el testimonio de quienes se encuentran en la primera línea de batalla frente al virus, recogidos por la periodista del “El País”, Susana García Antón, en su reportaje “Historias de la Pandemia”.
“Salir de casa y pensar que puedes contagiarte en cualquier momento, que debes tener cuidado con lo que tocas y que no puedes caer porque te necesitan más que nunca. Entraba en mi vestuario, el cual está cerca del mortuorio, y rezaba por no seguir viendo camillas y camillas agolpadas en la puerta esperando. Me decía a mí misma “por favor que no sea Fulano o Mengano”.
“Muchos me preguntaban si se iban a morir o me afirmaban que sabían que nunca saldrían de aquellas cuatro paredes. Se me partía el alma y sólo podía decirles que íbamos a luchar con todas nuestras fuerzas. Y eso hacíamos, pero el condenado bicho es duro de roer. Todos los días veíamos a alguien morir o irse a la UCI sin que pudiésemos hacer nada para evitarlo”.
“¿Recordáis la última vez que os dieron un beso? Yo sí, fue un 7 de marzo, sobre las 6:00 horas de la tarde y no hay día que no lo añore. Ahora imaginad estos pacientes. Recuerdo cada uno de sus nombres y lo que más me marco fue que cuando los tocaba con aquel traje frio y siniestro, ellos me miraban asombrados, agradecidos…”.
Por los que se fueron, por los que siguen peleando contra el bicho como pacientes o como profesionales sanitarios, por los que viven en nuestro mismo territorio, por la gente que ocupa nuestro corazón, por nosotros mismos, por favor, mucha responsabilidad cívica frente a la COVID-19, que el bicho no es cualquier broma, ni un dibujo animado. Es una enfermedad que duele y hace mucho daño.
Caudete, 05/06/2020 17:21 horas del octogésimo tercer día
de “Estado de Alarma”
Caudete lo veo muy libre, eso sí, veo bastantes mascarillas, pero los grupos de amigos, terrazas de bares a tope, al bicho no le tenemos miedo, y eso es lo que puede darnos miedo, si repunta, y espero que no sea asi.
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