Sobrevino en
el transcurso de la década de los noventa, cuando las empresas pequeñas y medianas
de comunicación disponían de importantes superávits en sus cuentas y se
lanzaron a la aventura de crecer en su difusión comercial, no precisamente
invirtieron en los periódicos que habían fundado, sino creando nuevas multimedia:
radio, televisión, versiones digitales, etc.
Sucedió el fracaso, debido a que esa expansión comercial en las variantes de radio y televisión estaba sujeta a la “aprobación” de los señores que ocupasen el castillo en esos momentos; perdiendo con ello su independencia de criterios en la redacción de sus contenidos editoriales.
Estas Licencias se obtenían, en la
mayoría de las ocasiones, en concursos dudosísimos y casi siempre previamente
pactados; al ser Licencias renovables, están sometidas a tutelas y a todo tipo
de condicionamientos. A esta obligada “censura editorial” se le añadió el pago del
gran crédito bancario que tuvieron que requerir para lograr financiar estas
ampliaciones de la empresa original. Es decir, por un lado, les controlaban los
grupos políticos en el poder, y por otro, las entidades bancarias. De la
esencia original del periódico, apenas quedaba nada.
Como tenían
la obligación sinérgica de publicitarse entre sí cada una de las secciones de
estas nuevas empresas se configuró un grupo sectario sin ningún tipo de pudor
hacia aquellos periodistas que tenían en sus plantillas, condicionándoles sus
criterios y reduciendo de manera notable su libertad de expresión.
Desde 1989 hasta 2006 salieron a cotización en la Bolsa: Antena 3 Radio, Sogecable, Vocento Recoletos, Telecinco, etc. Si se comparan el valor de las acciones en sus principios con el cambio actual, éstas se habían depreciado en un porcentaje elevadísimo. Como tenía que suceder, se vieron obligadas a refinanciarse sucesivamente y vendiendo sus activos a precios irrisorios.
Al
coincidir con la crisis de la burbuja inmobiliaria, el mercado de la publicidad
se convirtió en ruinoso, descendiendo las ventas de un modo imparable; a esto,
se les sumó la dependencia con el poder y su falta de deontología periodística.
En el apartado fusiones, éstas fueron casi siempre desastrosas.
Escribamos sobre las versiones digitales de estos periódicos. Ha ocurrido el efecto contrario del deseado: se han comido las versiones en papel, los han hecho viejos antes de imprimirse y distribuirse. Al tener en las versiones digitales informaciones gratuitas, los lectores se abstienen de comprar el papel. Ellos mismos se han arruinado neciamente junto con la crisis económica.
No parece verdad que no hayan tenido en cuenta y que además hayan fomentado la gratuidad de Internet sin comprobar la piratería galopante que existe sobre la propiedad intelectual junto con la labor depredadora de los medios a través de los buscadores que se suman desde sitios donde no llega la ley, haciendo suyas las noticias y no respetando, ni la firma ni su procedencia.
En este tiempo se
crearon los “diarios zombis”, que se utilizaron de manera descarada para
limpiar y ensalzar buenas reputaciones de forajidos corruptos; el PP llegó a
contratar publicidad en una de esas zombis.
La vergüenza
y el sonrojo que tienen que soportar aquellos periodistas que acuden a ese
oxímoron denominado “ruedas de prensa sin preguntas”. O cuando sus empresas les
obligan a personarse en “otras ruedas de prensa” donde los periodistas
permanecen en una habitación contigua al declarante, observándole a través de
un plasma, sin poder tener el derecho de opción de preguntarle. A estas
humillantes acciones no ha habido una reacción eficaz, ni por parte de las Asociaciones
ni por los Colegios profesionales.
Otra humillante variante de ruedas de prensa consiste en seleccionar periodistas afines y pactar con ellos las preguntas, para que más tarde, en una función teatral de sainete periodístico, sólo se les conceda turno a éstos, en detrimento de los demás compañeros.
Una nueva modalidad periodística ha surgido en España: Hoy en día, es perfectamente posible aparecer en determinados medios con la mejor apariencia y en el momento que sea más conveniente previo pago del espacio como si de publicidad se tratara con la misma tipografía del diario sin que parezca un publirreportaje.
A esta
serie de tropelías soeces hacia el gremio de la información se suma la señal
televisiva y radiofónica de los mítines donde no se permiten cámaras ni
micrófonos ajenos al partido político celebrante.
En resumen,
debido a la dependencia de los medios con el poder político y financiero, la
piratería, lo barato de la Red, la creación de hasta 300 minifundios de medios
periodísticos, logran que el contrapoder que ejercían los periodistas sean los
Gobiernos los que gestionen la información que recibimos los soldaditos de a
pie. Me ratifico de modo pleno: Empresas de comunicación, no. Periodistas, sí.
Finalizaré
este escrito, benditos lectores de este acogedor blog, copiando la cabecera que
tenía el antiguo blog de Joaquín Medina y que unos indeseables intentaron y no
consiguieron aplicarle la ley mordaza:
“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar.
Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
Joan Manuel Serrat publicó en 1981 el disco “En tránsito”, el primero después del forzado exilio. La canción “Las malas compañías” es la que he seleccionado. En ella define la amistad como una reivindicación del valor supremo en tiempos en los que nadie conoce al vecino.
Mis amigos son unos atorrantes.
Se exhiben sin pudor, beben a morro,
se pasan las consignas por el forro
y se mofan de cuestiones importantes.
Mis amigos son unos sinvergüenzas
que palpan a las damas el trasero,
que hacen en los lavabos agujeros
y les echan a patadas de las fiestas.
Mis amigos son unos desahogados
que orinan en mitad de la vereda,
contestan sin que nadie les pregunte
y juegan a los chinos sin monedas.
Mi santa madre
me lo decía:
"cuídate mucho, Juanito,
de las malas compañías".
Por eso es que a mis amigos
los mido con vara rasa
y los tengo muy escogidos,
son lo mejor de cada casa.
Mis amigos son unos malhechores,
convictos de atrapar sueños al vuelo,
que aplauden cuando el sol se trepa al cielo
y me abren su corazón como las flores.
Mis amigos son sueños imprevistos
que buscan sus piedras filosofales,
rondando por sórdidos arrabales
donde bajan los dioses sin ser vistos.
Mis amigos son gente cumplidora
que acuden cuando saben que yo espero.
Si les roza la muerte disimulan.
Que pa' ellos la amistad es lo primero.
Quien ve los informativos de telecinco o antena 3 es porque son pro derechas. Ana Rosa quintana solo hay que ver quien es su marido para entender la manipulación de su programa
ResponderEliminarAnónimo 2,11 creo que los mejores informativos y por supuesto los mejores periodistas están por este orden, la sexta, cuatro, RTVE, y sobre todo por encima de todos el rojo vivo, eso ya es lo máximo en información, pluralidad, diversidad y que trata a todos los partidos por igual, ahora con el estado de alarma, no me perdía ni ningún programa, jajajaja jajajaja jajajaja jajajaja
EliminarMientras el mundo sea mundo, esto sera asi.
ResponderEliminarAcabamos de ver cuando empezo la pandemia, las ruedas de prensa.
La aportacion economica hecha a las televisiones privadas que emiten programas que ensalzan al gobierno.
Si se emite informe que no le cuadra al gobierno, los cesamos (Guardia civil, por ejemplo)
Y que decis de la horrible estadistica de fallecidos, con los medios que hay.
Hasta europa se ha dado cuenta.
Lo mismo da Izquierda que derecha, todos mienten.