Como nos recuerda el Génesis, fue Dios y Adán (Eva no; dominaba el machismo) los primeros en nombrar las cosas.
Los romanos
que debían de ser unos tipos muy mirados para nombrar sus cosas (la mitad del
vocabulario actual nos viene de ellos) denominaban a sus esclavos instrumenti vocali (instrumentos que hablan), para
diferenciarlos de los animales que tan sólo eran instrumenti (instrumentos).
En la era moderna, los nazis primero bautizaron a los judíos como Unmenschen (no humanos), y como les pareció pertinente, los masacraron. Estos alemanes, también popularizaron palabras con un fondo terrible como “expedición de castigo”, “ceremonia de Estado”, “campo de concentración”; todos bonitos eufemismos.
Las
tropas de los “dueños de la tierra” que invadieron Irak y Afganistán
denominaron a los civiles asesinados como daños
colaterales. Sin ir más lejos, Franco dijo que todos aquellos que había
fusilado durante y después de la guerra eran la Antiespaña. En los barrios pobres de América Latina, los jóvenes
que mueren con violencia se les califica como excedentes sociales. En Colombia, los pobres de solemnidad los han
nombrado como desechables.
Otros
asesinos de oficina con papel y lápiz marcaron las diferencias en Ruanda entre
hutus y tutsis. En la antigua Yugoslavia señalaron, según ellos, a los buenos
de los malos. En Israel, aquellos que llevan sombrero negro, rizos de pelo
largo y simulan que se golpean contra una pared, apuntaron al mundo que todo
palestino era un terrorista.
En otro orden de cosas, hasta la moda estigmatizaba. Durante la dominación romana, casi dos tercios de la población eran esclavos, nunca les obligaron a llevar uniforme para evitar su dimensión gráfica. En el descubrimiento de América, por parte de los españoles, a los indios aborígenes los vestían con prendas europeas para no escandalizarse.
A los judíos, homosexuales y demás, que no
pertenecían a la raza aria, antes de su cremación, en la Alemania nazi, les
cosían en la solapa una estrella. Franco aseveró con displicencia en la
posguerra que: “Los rojos no llevan sombrero.”
He intentado,
benditos lectores, hacer ver que las palabras, pueden cargarse con dosis de
veneno mortal, las aceptamos y con su repetición, nos envenenan sin apenas
darnos cuenta.
Escribo un chascarrillo, cuya autoría la posee el historiador y licenciado en Filosofía por la Universidad de Caracas, Vladimir Acosta (Caracas,1937). “En la Guajira venezolana se desempeñaba un cura salmantino bien integrado a su tarea evangelizadora en el “Nuevo Mundo”. En esta faena, acababa de reprender con dureza a unos indígenas que pretendían, en plena Semana Santa, comerse un cerdo.
¡Un Viernes Santo! “intolerable - decía el cura – esta violación de los preceptos religiosos. Coman otra cosa, por ejemplo un chigüire, y quedarán en paz con ustedes y con Dios.” El chigüire, un roedor típico del país, no tiene ni por asomo las excelencias del puerco, pero es plato común en el país y no está prohibido por la doctrina.
Con este arreglo, pensó el cura, todos
contentos y el infierno va rebajando sus contornos. Tras el regaño, continuó el
cura con su catequesis y bautizo a los indios, pues aunque ya se había
dispuesto que tenían alma, portaban aún nombres paganos que no gustaban a Dios.
Terminada la ceremonia, se fue el cura a otros menesteres y los indios a los suyos. Pasado un rato, regresó el sacerdote y vio, con indignación, que los nuevos fieles se estaban comiendo, con no poco deleite, el cochinillo asado. Ante los gritos del cura, uno de los indígenas le tranquilizó y cogiéndole del brazo le dijo quedamente: “No se preocupe padre, que antes de comérnoslo lo hemos bautizado como chigüire y sólo después hemos empezado a comérnoslo”.
Es en 2005 en el disco “Mô” (Mahón) donde Serrat grava la
canción “Ja tens l`amor” (Ya tienes el amor). Una particular visión del amor
que una vez se alcanza nos podría conducir al abismo.
Ya tienes el amor...
Ya acaricias la gloria
con la punta de los dedos.
Eres inmortal.
Prepárate
a caminar a oscuras.
A vivir solo.
A dormir al raso.
Ya tienes el amor...
Te has cansado de buscarlo
bajo las piedras
a cualquier precio.
Ahora te acostarás
del lado de la angustia
y seguirás el camino
que lleva al crimen o al adiós.
Ya tienes el amor
y no puedes echarte atrás.
No pidas justicia,
eres tú quien tira los dados.
Cierra los ojos,
lánzate al abismo
y renuncia a vivir
eternamente en paz.
Ya tienes el amor
y su agonía,
quién no lo daría todo
por sufrirla de nuevo
una vez más,
una vez más,
una vez más
y basta.
ya ves, lahistoria esta repleta de hechos negativos pero en la actualidad ocurre lo mismo.ahora mismo al marques de galapagar le llaman rata,y el pobrecico na ha heco na ,solo quiere que a sus hijos no les falte el pan. Otro ejemplo es elde mollá que por hacer bien por su pueblo lo ha llamado prevaricador,y asi seguimos mis vecinos cotra mi y yo cotra mis vecinos.(la historia nunca termina)
ResponderEliminarNi terminará mientras sigamos sembrando odio y viendo la vida en blanco y negro, todo es más complejo. Pasiblemente, y salvando las distancias, ni el Sr. Iglesias sea tan rata ni el Sr. Molla tan santo varón.
EliminarAnónimo 4,36 h.p a quien o a quienes le interesa sacar el nodo en blanco y negro?
EliminarNo me refería al NODO, pasemos página que ya toca.
EliminarEso debería de hacer mucho/as pasar página, cosa que no les interesa y se sacan más votos. Anónimo 11,21 h.p
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