A Pablo Vila Bas, además de hacer excelentes pasteles, se le da muy bien organizar el pequeno escaparate de la pastelería con fachada a calle El Mercado. "Con el producto de siempre" tiene expuesto los componentes que utiliza a diario como pastelero: almendras, leche, anis seco, azucar, chufas y canela en rama.
También expone un producto que ahora no se utiliza, pero que después de la guerra le quitó el hambre a más de un caudeteno: algarrobas.
Todo es representativo de una epoca ya pasada, como los capazos de pleita, los depósitos de leche de aluminio y la pala de mano a base de chapa metálica y mango de madera.
¡Ahí tienen ustedes un pequeño Museo de la alimentación!. Recuerdo que hace 60 años las hermanas "Torrateras" colocaban un puesto ambulante delante de este escaparate.
Entre otros productos, aquellas buenas señoras, vecinas de mi abuela Maria Gracia "la Chula" en la calle José Antonio, después Las Eras, nos vendían pipas, torraos, tramuzos, alcahuetes y chufas envueltas en un pequeño cartucho de papel por unas cuantas perras gordas. Década de los sesenta. ¡Ni de broma! podíamos imaginar lo que cambiaria la vida.
El problema es que hemos pasado de un extremo a otro: de la necesidad y austeridad al derroche...del pantalon zurzido a la moda de llevarlo roto, del carro y la mula al coche, del botijo al frigorífico, de las máquinas de tren alimentadas con carbón al AVE...¡y tantas cosas más!
A los de mi generación, aquella forma austera de de vivir nos beneficio. Nos enseño dos cosas muy elementales como era respetar a nuestros padres y a valorar y apreciar lo poco que teníamos. Los nacidos en el siglo XXI... ¡ya no lo han aprendido!. Tampoco sus padres se han preocupado de enseñarles ¡cómo hemos ido evolucionando!.
Enhorabuena a este excelente pastelero que nos ha mostrado una pequeña radiografia de aquella manera tan sencilla de vivir. Porque...realmente era sencilla. Ahora, querido Pablo, la hemos complicado ¡y mucho!. Y tal como la vivimos, no se puede calificar de progreso ...¡ni dios que lo fundó! La pandemia parece que nos ha hecho poner los pies en el suelo. Ya veremos como acaba.
Feliciadades tanto el autor del escaparate y por supuesto del corresponsal que nos informa.
ResponderEliminarQué bueno que todavía tengamos entre nosotros grandes profesionales.
ResponderEliminar¡Ojalá se pudiese aplicar a todos: médicos, arquitectos, basureros, aparejadores, etc... porque cuando un profesional se desentiende de su responsabilidad y de aquello que debió controlar y supervisar, su bolsillo sale ganando, si... pero su honestidad sale perdiendo.
Es como si en los pasteles de Pablo Vila, saliesen chinas de grava y éste se desentendiera...
Afortunadamente no es así, porque tal como refleja el artículo de opinión, hablamos de un gran profesional. FELICIDADES PABLO!!!