Pedro Conejero Cano, más conocido por "Pedrín", es un asiduo de la Churrería de Gracia. Es más del chato de vino que de la taza de chocolate. El otro día me contó sus vivencias desde muy joven.
Empezó diciéndome que dejó la mula y el arado en Villena para entrar a trabajar con tan solo 10 años de mecánico en el taller de Gaspar Requena Soriano, un hombre emprendedor, cuando lo tenía en El Ángel.
Primero estuvo en la calle El Moto donde arreglaba relojes. Más tarde, con Teodoro Requena, Teodorin, fabricaban clavos y romanas. De la calle El Moto pasó el taller a El Ángel para empezar arreglando bicicletas. El que en aquella época tenía una bicicleta era un privilegiado.
Hasta que se jubiló, Pedrín estuvo trabajando en el Taller de Gaspar arreglando, primero bicicletas, después motos y más tarde coches. Bicicletas marca Orbea, Hutchinson, Look, Marin... motos como Derbi, Guzzi, Gimson, Mobilette... y coches como el Renault Gordini (el coche de las viudas), Seat 600, Citroen Dos Caballos.... que eran los vehículos más usados de la década de los 50, además de el carro y la mula para las tareas agrícolas.
Toda una vida dedicada a la mecánica en uno de los talleres de más empaque y solera en aquellos tiempos. En Las Cuevas, El Ángel, El Moto o La Rambla vivian los jornaleros que trabajaban en el campo al que se desplazaban en bicicleta.
El Taller de Gaspar marcó una época cuando por las calles de nuestro pueblo había en circulación más bicicletas y carros que motores de explosión. De nuestro protagonista Pedrín destacaría la pasión por el trabajo y su alto sentido del humor.
Ninguno de los dos figurará en los libros de Historia de la Mecánica. Ni Gaspar ni su empleado Pedrín. Pero,la verdadera historia de los pueblos es la idiosincrásia de estos singulares personajes que todo el mundo conoce, aprecia y estima. Pedrín y Gaspar forman parte de esa entrañable élite que a mi me toca ahora rescatar del olvido para que no se pierda.
Una cosa si deberemos tener en cuenta. Estas ilustres personas fueron muy poco tiempo a la escuela. Sin haber cumplido 10 años, como muchos caudetanos, Pedrín ya estaba trabajando para llevar un trozo de pan a su casa.
Hoy... lamentáblemente no sabemos apreciar ni valorar lo que tenemos....¡con lo que nos ha costado conseguirlo!. El poeta Miguel Hernández define muy bien el drama español de aquella época en uno de su más famoso verso del "Niño Yuntero": "contar sus años no sabe y ya sabe que el sudor es una corona grave de sal para el labrador".
Crónica dedicada a Gaspar, el Jefe con 101 año, y Pedrín, su eterno empleado, con 73.
Chimo, muchas gracias por estos artículos, nos hace rememorar nuestra historia y a no olvidar de donde venimos. Ayuda a darnos cuenta de que no ha sido gratuito haber llegado donde estamos. Un fuerte abrazo
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ResponderEliminarFelicidades Chimo por hacernos llegar estas vivencias de nuestros vecinos y solo de politica no se vive.
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