viernes, 21 de mayo de 2021

"Experimentando con humanos", primera parte, por Óscar de Caso. "Encontrar pareja gracias a apps de citas como Tinder, ha transformado para siempre la forma de ligar."

       Millones de personas en todo el mundo encuentran pareja en la pantalla de su móvil gracias a apps de citas como Tinder, que han transformado para siempre la forma de ligar.

 Dejar que una pantalla intermedie para el primer contacto con un desconocido se ha vuelto tan normal que, en 2018, The Wall Street Journal dedicaba un reportaje a los jóvenes que, tras llevar una vida ligando a través de estas aplicaciones, andaban fascinados con una nueva y exótica tendencia: quedar en bares para, ¡atención!, para conocer gente en persona. 

           Así, en vez de tenerse que fiarse de un perfil en la red antes de pedirle salir a alguien, podrían conocerse en la vida real. Para organizar encuentros en persona entre los jóvenes que reniegan de las apps de citas están surgiendo, como no, otras especializadas en organizarlos. Ahora lo llaman citas lentas o slow dating. Antes lo llamábamos sábado por la noche.

           En Estados Unidos ya hay más parejas que se han conocido online que en los bares, y el porcentaje sigue aumentando. También superan a las relaciones que surgen en el trabajo o a través de amigos. 

El éxito de plataformas como Tinder, OkCupid y Match.com fue acceder fácilmente a perfiles con la foto de gente que se declaraba disponible y se encuentra en un radio geográfico cercano.

 La llegada de los smartphones permitió, además, que ligar no necesitara de un espacio y un momento concreto. Ya no se trataba de chatear un rato en el ordenador al llegar a casa. Llevar siempre encima la pantalla en la que encontrar una pareja multiplica la oferta y las oportunidades. Tanto que ahora el problema es la saturación.

          Un gallego de 38 años, al que llamaré José porque me pidió no revelar su nombre, me confesaba hace unos meses al preguntarle por este modo de ligar que a temporadas se da de baja de Tinder “porque puede ser agotador llevar la tentación en el bolsillo”.

 Paso a utilizarlo a diario porque en estos dos años y medio de soltero le ha ido “muy bien”, aunque no lo recomienda para quien busque una relación estable. “La puedes encontrar, pero de casualidad –explica como si hablase de la barra de un bar a las tres de la mañana-.

Marta García Aller 

Yo no la usaría con ese propósito, pero es útil para conocer gente muy diferente fácilmente si tienes poco tiempo libre.” Cuando hablé con él, había estado quedando con una chica enganchada a los escape room y con una acróbata. “Hay tanto donde elegir que a veces creo que desechamos a gente que merece la pena porque siempre tienes la sensación de que puede haber otra después”, añade. 

Y al comentarle que ha empleado varias veces el verbo usar, puntualiza: “A mí tampoco me gusta, pero Tinder es así, el fast food de las citas.

          La mejor prueba de que nada es espontáneo en Tinder seguramente sea QUE la palabra real fuera la más utilizada en los perfiles en 2019. “Soy real” o “estoy buscando algo real” son expresiones populares, porque cuando la apariencia lo es todo para conseguir un match, la tentación de falsearlo es más que evidente. 

Hasta hay expertos en elaborar perfiles más atractivos que los usuarios contratan para aumentar su éxito con mejores fotos y textos bien redactados. A José, sus amigos del gimnasio también le piden consejos para mejorar el estado de sus cuentas.

          Que estos algoritmos están experimentando con humanos lo reconoció Christian Rudder, fundador de OkCupid, con esas mismas palabras. En 2014, publicó un estudio sobre cómo su algoritmo emparejaba a la gente. Durante unos meses, OkCupid probó a juntar usuarios aparentemente no compatibles entre sí solo para ver qué pasaba. 

Y el resultado fue muy revelador: la posibilidad de éxito del romance tras la primera cita era muy similar entre perfiles aparentemente incompatibles que los que eran elegidos basándose en cientos de respuestas previas.

     O sea, que si convences a dos personas de que están hechas la una para la otra, es más probable que actúen como si lo fueran y se lo acaben creyendo.

          Lo curioso es que pueden ser los algoritmos los que acaben ligando entre sí. Para los más vagos, ya hay hasta aplicaciones que marcan automáticamente los perfiles en función de los gustos del usuario y empiezan a chatear con ello. Son asistentes de inteligencia artificial pensados para encargarse de los preliminares y los primeros “hola, que tal” (que suelen ser muy previsibles). 

Automatizar las primeras interacciones permite mantener contacto con más perfiles a la vez y solo tomar el control de la conversación cuando parece que prospera la posibilidad de lograr una cita.

POSDATA.- La autora del escrito de hoy es la periodista Marta García Aller de su último libro “Lo imprevisible”.

 

Fue en 1990 cuando el maestro Serrat publicó la canción de hoy titulada “Y el amor” dentro del disco “Utopía”. Trata de describirnos en ella un sentimiento amoroso muy notable, ese amor que serena y que estalla.


El milagro de existir...

El instinto de buscar...

La fortuna de encontrar...

El gusto de conocer...

La ilusión de vislumbrar...

El placer de coincidir...

El temor a reincidir...

El orgullo de gustar...

La emoción de desnudar...

y descubrir, despacio, el juego.

El rito de acariciar

prendiendo fuego.

La delicia de encajar

y abandonarse.

El alivio de estallar

y derramarse.

Y el amor,

el amor,

el amor,

el amor,

el amor,

el amor. 








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