Una de las consignas más repetidas por el Gobierno de España fue que las decisiones se tomaban de acuerdo con el criterio científico de los expertos. Ese comité técnico, cuyo rostro visible era Fernando Simón, fue el mismo que pasó de indicar que no había mucho que temer del brote: “Si la hay, será una transmisión muy limitada y muy controlada”. Por tanto, si los mismos científicos que asesoraban al Gobierno iban por detrás de la pandemia, esto anulaba la política.
El Reino Unido decidió seguir la estrategia de protección para los ancianos y los enfermos crónicos, pero dejó que el coronavirus se expandiera entre el resto de la población. Ellos querían que la población se infectara poco a poco y que, gracias a alcanzar cotas muy altas de afectados, se cortara su transmisión al quedar inmunizados.
De este modo se confiaba que el sistema de salud podría ir
absorbiendo la carga de los infectados gradualmente y sin saturarse. El plan
hizo aguas y fue matizado con un confinamiento laxo. Matiz arriesgado que le
costó incluso al primer ministro contagiarse.
Singular fue el caso de Suecia. El Gobierno decidió no limitar la movilidad de sus ciudadanos y dejó prácticamente todo abierto, salvo el sector educativo. Aumentaron rápido los fallecidos, pero la apuesta era a medio plazo.
Lo que argumentaba el Gobierno sueco era que al final se iban a producir los mismos contagios, pero que dejando al coronavirus circular entre la población la curva sube antes, pero también baja antes.
Dando por hecho la solidez del sistema de
salud sueco se podría minimizar el impacto económico debido al confinamiento.
El Gobierno sueco confió de manera plena en la responsabilidad de sus
ciudadanos. ¡Tenían pruebas de ello!
En España el impacto del virus fue más transversal: se vio un incremento entre los ciudadanos que prefieren ser gobernados por expertos en lugar de por políticos. Con todo, se constató de nuevo que lo que distingue a la ciencia es el método, no su capacidad para dar respuestas infalibles e incuestionables.
Un político ha de optar entre principios, entre libertad y seguridad, entre equidad y eficiencia. De ahí que carezca de sentido pensar que un Gobierno simplemente hace lo que le dicen los expertos. En última instancia los especialistas asesoraron y los políticos decidieron.
Lo relevante no fue el número de
contagios que había en cada país cuando se decretaron los confinamientos, sino
que todos ellos lo hicieron en el intervalo de los mismos días. Si una lección
dejó la pandemia es que resultaba imposible entender el calendario en la toma
de decisiones de cada país sin ver los apoyos sociales que las respaldan, todo
para fortuna o desgracia de sus poblaciones. Es palmario que casi todos los
gobiernos europeos que tuvieron que hacer frente a brotes de coronavirus en
primer lugar llegaron demasiado tarde.
La combinación de unos gobernantes en países occidentales que pensaban que estaban menos expuestos y una opinión pública relativamente confiada, ayudó en que se tardara en asimilar la amenaza del COVID-19, y en última instancia, a que la respuesta no siempre fuera tan rápida como hubiera sido necesario.
Cuando se quiere imponer una medida muy dura para atajar un problema, esta solo es asumible para la población cuando la percepción de riesgo es muy alta. Esto ayuda a comprender, por ejemplo, por qué frenar una burbuja inmobiliaria es complicado: supone costes presentes para ganancias futuras sin que se vislumbre necesariamente el mal por los afectados.
Esto no supone que los Gobiernos se
inhiban siempre de tomar esas decisiones tan impopulares, pero si incrementa
los costes de impulsarlas, especialmente en las democracias.
Los ciudadanos no premian de manera particular al político que se adelanta, sino al que llega con el remedio adecuado en el momento en que aparece su mal. Por tanto, en una catástrofe como en una sequía, un tornado, un huracán o una inundación, incluso con su impacto más acotado en el tiempo y en el espacio, un Gobierno no se juega el tipo por el hecho en sí, por si supo o no anticiparse al hecho.
Antes bien, todo dependerá de la percepción de su gestión y de cómo
compense sus efectos. No importa la mala crecida del río Nilo, importa lo que
el faraón hace durante y después.
POSDATA.- Este escrito es un resumen bastante simplificado de
los estudios y criterios del politólogo Pablo Simón (Arnedo 1985) sobre algunas
decisiones que tomaron distintos gobiernos en su lucha contra el COVID-19,
contenidos en su libro “Política en
tiempos de pandemia”. En él no ha querido señalar responsables sino verificar
hechos y obtener conclusiones.
El poema que hoy reflejo es de Ángel González (Oviedo
1925-2008), perteneciente a la Generación del 50. Lo tituló “Porvenir” y está
contenido en el libro “Sin esperanza, con convencimiento” de 1961.
Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
… Mañana!
Y
mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.
Esto es el colmo. Hasta que no se haya vacunado hasta A las piedras del camino, habrá olas, variantes y demás derivados.
ResponderEliminarNosotros, ya vacunadisimos, aún podemos contagiar os y ser peligrosos.
Tenemos el dichoso certificado COVID, que no es más que papel mojado, o para el C.V., igual da puntos en oposiciones.
Esto es la GRAN MENTIRA DE LOS GRANDES Y PODEROSOS EMBAUCADORES.
PERO SI LA GENTE NO SE QUITA LA MASCARILLA NI PARA DORMIR....
NOS HAN TRAUMATIZADO LEGALMENTE Y A GOLPE DE BOE.
Cuando se desclasifiquen los papeles del Cesid", en el siglo XXII, los androides que habiten este planeta conocerán el origen de SU ESPECIE.
Sayonara, baby...
Esto es el colmo. Hasta que no se haya vacunado hasta A las piedras del camino, habrá olas, variantes y demás derivados.
ResponderEliminarNosotros, ya vacunadisimos, aún podemos contagiarnos y ser peligrosos.
Tenemos el dichoso certificado COVID, que no es más que papel mojado, o para el C.V., que igual da puntos en oposiciones.
Esto es la GRAN MENTIRA DE LOS GRANDES Y PODEROSOS EMBAUCADORES.
PERO SI LA GENTE NO SE QUITA LA MASCARILLA NI PARA DORMIR....
NOS HAN TRAUMATIZADO LEGALMENTE Y A GOLPE DE BOE.
Cuando se desclasifiquen los papeles del "Cesid", en el siglo XXII, los androides que habiten este planeta conocerán el origen de SU ESPECIE.
Sayonara, baby.
Imaginad al comité de expertos tomando decisiones.
ResponderEliminar" Que no se puede hacer? Sujetadme el cubata, y tú dame el bolígrafo ,mañana en el boe" y así todo hasta hoy
Pero existe comité de expertos?
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