Marquemos una premisa al comenzar el escrito: una persona no
tiene que considerar tener libertad, si no le prohíben nada. Sí, que puede
considerarse libre cuando el poder le da los instrumentos para poder serlo. Si
no tienes alimentos, tiempo libre y dinero para cubrir las mínimas necesidades
básicas; aunque la niña Ayuso pregone que tenemos libertad, el sentido común y yo, sostenemos que no la
hay.
Básicamente, es lo que promocionan las doctrinas neoliberales: anteponen las relaciones humanas, y se saltan a la torera: la ética, la moral y las normas públicas. Ellos quieren que no se investigue sobre determinados asuntos, alegando en sus manejos de la libertad, pulcra y legítima legalidad; no sea que la vida de la que ellos disfrutan, pierda calidad.
En el apartado ecológico, tienen ustedes,
benditos lectores, pruebas y sentencias judiciales de sobra, de que su libertad
consiste en la ausencia de límites para con la naturaleza; son insaciables.
El caso propio más evidente y actual de nuestra libertad sin límites, se ha representado estos días en la Fiscalía General del Estado, al sentenciar archivar las causas de supuestos chanchullos del emérito Juan Carlos I.
No se han podido investigar dichas causas porque alguien, en algún momento, no se había tomado la molestia y el deber de haberse leído un par de libros de historia donde le habrían informado, con todo detalle, de los desmanes que han inferido las realezas y sus cortesanos a su pueblo durante más de 500 años.
Consecuencias: al otorgarle al Rey, en un artículo de la Constitución,
inviolabilidad (“barra libre”), su jodía Majestad hizo y deshizo lo que le vino
en gana durante todo su reinado, a sabiendas que nadie podría apretarle nunca
el escroto.
Lo paradójico de este asunto, es que los mismos autores de la Constitución que le otorgan la inviolabilidad al Monarca, paren otro artículo en la misma y al mismo tiempo, y nos dicen, casi con una pincelada de sarcasmo, que todos los españoles somos iguales ante la Ley.
Esto me da a entender, que los progenitores de nuestra Constitución han debido de estudiar todos la rama de Ciencias; ya que, entre
estos dos artículos se produce una evidente figura gramatical titulada:
oxímoron; error casi imperdonable entre tanto supuesto sabio.
La libertad no puede permitírnoslo todo; tienen que interponerse barreras. Nadie que dependa de la libertad sin límites de otros, disfruta de libertad; vivirá con miedo. Como escribe Iñigo Errejón: “el “sálvese quien pueda” neoliberal está en bancarrota intelectual y en descrédito empírico. Detesto eso de que la izquierda se quede la igualdad y regale la libertad a la derecha, como si fuesen troceables”.
A continuación, les transcribo un chascarrillo apócrifo que
le han relatado al señor Pérez-Reverte, don Arturo.
En el año 96, cuenta la crónica, se celebra una competición de remo entre dos equipos: el primero compuesto por trabajadores de una empresa española, y el otro por colegas de otra empresa japonesa.
Apenas se da la salida, los japoneses salen
zumbando, banzai, banzai, dale que te pego al remo, y cruzan la meta una hora
antes que el equipo español. Entre gran bochorno, la dirección de la empresa
española ordena una investigación y obtienen el siguiente informe:
“Se ha podido establecer que la victoria de
los japoneses se debe a una simple argucia táctica: mientras que en su dotación
había un Jefe de Equipo y diez remeros, en la nuestra había un remero y diez Jefes de Servicio. Para el próximo año se tomarán las medidas oportunas”.
En el año 97 se da de nuevo la salida, y otra vez el equipo japonés toma las de Villadiego desde el primer golpe de remo. El equipo español, pese a sus camisetas Lotto, a sus zapatillas Nike y a sus remos de carbono hidratado, que le ha costado a la empresa un huevo de la cara, llega otra vez con dos horas y media –cronómetro Breiding con GPS y parabólica, sponsor de la prueba- de retraso.
Vuelve a reunirse la
dirección tras un chorreo espantoso de la gerencia, encargan a un Departamento
creado ad hoc la investigación, y al
cabo de dos meses de pesquisas se establece que: “el equipo japonés, con táctica obviamente conservadora, mantuvo su
estructura tradicional de un Jefe de Equipo y diez remeros; mientras que el
español, con las medidas renovadoras adoptadas después del fracaso del año
pasado, optó por una estructura abierta, más dinámica y se compuso de un Jefe
de Servicio, un asesor de gerencia, tres representantes sindicales (que
exigieron hallarse a bordo), cinco jefes de sección y una UPEF (Unidad
Productora de Esfuerzo Físico), o sea, un remero. Gracias a lo cual se ha podido
establecer que el remero es un incompetente”.
A la luz de tan crucial informe, la empresa crea un Departamento especialmente dedicado a preparar la siguiente regata. Incluso se contratan los servicios de una empresa de relaciones públicas para contactos de prensa, etcétera.
Y en la competición del año 98, los del sol naciente salen zumbando, up-aro, up-aro, todavía tienen tiempo de parar a hacerse unas fotos y comer pescadito frito, y llegan a la meta tan sobrados que la embarcación española –cuyo casco y equipamiento se había encargado para esta edición al Departamento de nuevas Tecnologías- cruza la meta, cuando lo hace, con cuatro horas largas de retraso.
La cosa ya pasa de castaño oscuro, de modo que esta
vez es la quinta planta la que toma cartas en el asunto y convoca una reunión
de alto nivel de la que sale una Comisión Investigadora que, a su vez, tres
meses más tarde, elabora el siguiente informe:
“Este año el equipo nipón optó como de
costumbre por un Jefe de Equipo y diez remeros. El español, tras una auditoría
externa y el asesoramiento especial del grupo alemán Sturm und Drang, optó por
una formación más vanguardista y altamente operativa, compuesta por un Jefe de Servicio, tres jefes de sección con plus de productividad, dos auditores de
Arthur Andersen, un solo representante sindical en régimen de pool, tres
vigilantes jurado que juraron no quitarle el ojo al remero, y un remero al que
la empresa había amonestado después de retirarle todos los pluses e incentivos
por el injustificable fracaso del año anterior”.
“En cuanto a la próxima regata –continúa el informe- esta Comisión recomienda que el remero provenga de una contrata externa, ya que a partir de la vigésimo quinta milla marina se ha venido observando cierta dejadez en el remero de plantilla.
Una dejadez preocupante,
que se manifiesta en comentarios dichos entre dientes, entre remada y remada,
del tipo: “Anda y que os vayan dando” o esta otra “Que venga y reme vuestra puta madre”,
y una aptitud que incluso roza el pasotismo en la línea de meta”.
José Antonio Julio Onésimo Sánchez Ferlosio, más conocido como Chicho Sánchez Ferlosio (1940-2003) autor de una gran cantidad de canciones que, muchas veces, no llegó a grabar él mismo aunque sí lo hicieron otros intérpretes, como Rolando Alarcón, Joan Baez, Soledad Bravo, Víctor Jara, Quilapayún o Joaquín Sabina.
Algunos de estos temas han pasado a formar parte de la tradición popular, como Gallo rojo, gallo negro, La hierba de los caminos, La Quinta Brigada o A la huelga.
Era hijo del escritor y miembro fundador de Falange Española Rafael Sánchez Mazas, hermano del escritor Rafael Sánchez Ferlosio, del matemático y filósofo Miguel Sánchez-Mazas Ferlosio y de Gabriela Sánchez Ferlosio.
título de la canción: "Coplas retrógradas".
Creo que el autor no tiene clara la relación entre la libertad y la justicia.
ResponderEliminarOtro tanto le pasa con el binomio errejoniano de igualdad y libertad. Como no nos las define las puede mezclar como la cebolla y la patata en un hervido.
El asunto de las regatas es muy divertido. Por ejemplo, que mire la superstructura que gravita sobre UN alumno de la pública y lo mismo sobre uno de la concertada. Por cierto, los sindicatos españoles odian la disposición al trabajo de los japoneses.
Por cierto, chanchullos hay a manta mas allá del espacio neoliberal, que tampoco estaría mal que nos dijera brevemente lo que entiende por neoliberal.