sábado, 19 de marzo de 2022

"Suiza....mucho populismo de tapadillo", por Óscar de Caso. "Transmitiendo un discurso antiinmigración, el SVP-UDC materializó la estrategia de infundir odio por la democracia".

 

    Sorprende que, en una democracia paradigmática como la Suiza, garante de altos estándares de civilidad e igualdad, con magníficas estructuras y con un sistema de salud de primera, haya surgido un partido de extrema derecha que se coloca hoy como el más votado en Europa. Y esto sin que los partidos tradicionales hagan demasiado por evitarlo.

          En 1971, el crecimiento silencioso de siete partidos regionales, de corte nacionalista, enmarcaba la fundación del Partido del Pueblo Suizo (SVP), Schweizerische Volkspartei, en su denominación en lengua alemana y UDC Union Démocratique du Centre en su denominación en francés.

          Otro detonador de la implantación de la extrema derecha fue la campaña del “no” en el referéndum para la adhesión de Suiza al Espacio Económico Europeo en 1992. Su mensaje antieuropeo (hoy antimusulmán), sigue retumbando en las intenciones de voto. El momento apoteósico del SVP-UDC pareció llegar en 2000.

          Conforme Suiza se industrializó a lo largo del siglo XX, y redirigió su fuerza laboral a crear productos de alta sofisticación tecnológica, aquel pequeño país alpino dejó de ser una tierra donde predominaba la población que habitaba zonas remotas, donde había poca instrucción universitaria y cuyas actividades económicas eran primarias. 

El país se empezó a identificar más con el progreso económico, con el núcleo de las finanzas mundiales y con las tecnologías punta que con las cabras y los paisajes alpinos.

          Fueron tres los clivajes históricos, que desde que se fundó la Confederación en 1291, pudieron significar factores de división: el religioso (de protestantes y católicos); el lingüístico (de cantones con lengua francesa, alemana e italiana), y el territorial (de campesinos y burgueses). 

Tales divisiones, que habían sido superadas gracias al herramental Federalista, encontraron desde la década de los noventa nuevos factores de división que parecieron alterar los antiguos equilibrios. 

Al tradicional esquema, se añadieron la aparición de poblaciones musulmanas; un mayor número de inmigrantes de Europa del Este; la diversidad sexual. Todo ese cóctel se sumaba a una sociedad mayoritariamente conservadora, individualista y parroquial.

          A diferencia de quienes votan por la extrema derecha en Francia, Alemania o Italia, los electores del SVP-UDC de Suiza no parecen sentir la condena del resto de la sociedad, pues a los partidos tradicionales no les quedó otra que retomar abiertamente los temas típicos que defiende el extremismo de derechas. 

Los votos por el SVP-UDC no han dejado de aumentar con cada nueva elección; se logró colocar como el partido más votado en las elecciones generales; esto, desde 2003 hasta el día de hoy.

          La implantación del SVP-UDC no empezó por el Parlamento Federal, sino desde el nivel cantonal utilizando una herramienta que se mostró muy eficaz: el referéndum. El objetivo entonces (1963) era echar a quienes tuvieran apellidos italianos o españoles. La disposición legal fue aprobada, y en los años siguientes fueron expulsados unos 250.000 extranjeros.

           El impulso más importante que recibió el SVP-UDC se debió a Christoph Blocher. En su primer turno como Diputado, defendió el Apartheid en Sudáfrica y fundó la Asociación para una Suiza Independiente y Neutral. Con las preeminencias de las decisiones de los cantones sobre los intereses federales se retrocedió hasta las ideas del siglo XIX. 

También cabe mencionar que, en años posteriores, Blocher no brilló por su habilidad política; más bien al revés. Sus actitudes intolerantes le llevaron a perder su propia reelección y a salir del Gobierno en 2007 (al que había pertenecido como Ministro de Justicia desde 2003). 

La estrategia propagandística, desarrollada durante los años que el SVP-UDC implantó en el territorio consistió en aprovechar que el 65 por ciento de la población se encontraba gobernada, en los cantones, por partidos de derecha. En 2011 el 30 por ciento de los suizos votaron por el SVP-UDC.

          Transmitiendo sobre todo un discurso antiinmigración, materializó la estrategia de infundir odio por la democracia. La más reciente convocatoria refrendaría antiinmigración se produjo el 9 de febrero de 2014, al prohibir migraciones masivas con lo cual, la Confederación se vio exenta de recibir inmigrantes sirios tras la crisis humanitaria de 2015. 

En un país sin Tribunal Constitucional, es de esperarse que la voluntad del pueblo se vuelva la principal fuente de creación de normas y de políticas. El ingrediente refrendario se vuelca contra la esencia de la democracia misma.

          Basta reunir 100.000 firmas para convocar a Suiza a una reforma Constitucional; sin que el proceso sea acompañado por debates público y serios. El electorado (sobre todo con este ingrediente populista, simplificador de grandes problemas) es presa fácil del marketing político. En suma, que las condiciones estructurales de Suiza auguran un presente y un futuro dominados por el populismo.

POSDATA.- El escrito de hoy es un resumen muy simplificado del trabajo de Francisco Tortolero Cervantes. Doctor en Ciencia Política y Maestría en Instituciones y Licenciado en Derecho.

Siguiendo con el tema suizo, y su desgraciada y justificada fama de Bancos opacos; el poema que coloco hoy lo compuso Bertolt Brecht. Le puso por título “Canción de la fundación del Banco Nacional de Depósitos”.

Sí, fundar un banco

a todos debe parecerles bien.

Si no se puede heredar fortuna,

es preciso sacarla de algún lugar.

Para ello, los depósitos bancarios son mejores

que la navaja o el revólver.

Pero una cosa es inevitable.

Hace falta un capital inicial.

Y no teniendo el dinero,

¿de dónde sacarlo, sino robando?

¡Ah!, sobre eso no vamos a discutir.

¿De dónde lo obtuvieron los otros bancos?

De algún sitio lo sacaron.

De alguien fue sustraído   

         









         

1 comentario:

  1. Ah, la SUISSE, cuánto la echo de menos.. Los suizos son casi todos muy impertinentes con los inmigrantes españoles, pero aprendieron a vivir con ellos. Les hacían los trabajos sucios, o no. Muchos llegaron a integrarse y mezclarse con sus ciudadanos, sin problemas, trabajando en importantes empresas.
    La echo de menos, como a mis familiares, vivos y ausentes que se jubilaron alli, trajeron divisas a su pueblo, como buenos españoles (no como las Koplovitz, la Carmen Cervera o Thyssen, y demás ralea).
    La Suisse es preciosa, con sus cantones, sus diferentes lenguas y su aparente acuerdo..
    Maintenant, il va faire deux ans que ma tante n'est pa avec nous. Je veux faire un petit hommage, pour elle et son fils. Tojours dans notre mémoire. "Voilà et c'est suffit". Plein de bisous là où vous soyez".
    À bientôt!!

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