sábado, 18 de febrero de 2023

"Momentos de incertidumbre", por Óscar de Caso". "La incertidumbre no es necesariamente mala en sí misma, bien llevada, puede llevarnos a ser más creativos".

               Con las distopías pasa igual que con los nacionalismos y las fake news, cuanta más incertidumbre sentimos, más fácilmente nos convencen. No es casualidad que las plataformas de streaming estén produciendo en estos tiempos confusos tantas ficciones sobre futuros alarmantes. Porque es ahora cuando tienen más éxito.

               Una de las preguntas claves es “¿crees que tus hijos van a vivir mejor que tú?”. Y en Europa y en Estados Unidos, cada vez hay más pesimismo con respecto al futuro. En Europa occidental vivimos en una época de elevadísima incertidumbre, porque el orden económico internacional y el contrato social del Estado de bienestar está en transformación, por no decir en crisis. Ante estas situaciones, es más que probable, que polaricemos nuestras ideas.

              Por eso, en situaciones de crisis, a veces ignoramos cualquier información percibida como ambigua para aferrarnos a las respuestas más contundentes. Las cosas pasan a ser blancas o negras porque eso nos permite llegar antes a una conclusión que sacie sin complicaciones nuestro deseo de certezas.

          El impulso de buscar respuestas no nos lleva necesariamente a informarnos más y mejor, sino a dar con una historia convincente que nos dé la razón. En el momento que tomamos una decisión o nos formamos un juicio cerramos nuestra mente a la nueva información, aunque encontremos datos que contradigan la anterior.

          De ahí que los bulos en la red que alimentan prejuicios corran más rápido que los desmentidos, porque en situaciones de estrés el cerebro se fía más de la información que da la razón a sus prejuicios. Y cuanto más incierto percibimos que es el mundo, más capaces somos de bajar el listón al evaluar si una información es falsa o verdadera. Cuando nuestra necesidad de cierre es mayor, tendemos a quedarnos con estereotipos y negar contradicciones.

          Los momentos de más desconcierto son territorio abonado para líderes protectores con ideas simplificadoras, esas que tratan de explicar lo que nos pasa con un par de cabezas de turco. Para el populismo, como para el nacionalismo, la culpa la tiene siempre el diferente, sea un robot o un inmigrante.

          La incertidumbre no es necesariamente mala en sí misma, bien llevada, puede llevarnos a ser más creativos. Lo peligroso, por tanto, no es la incertidumbre, sino el exceso de ella. Así como la falta de costumbre y de preparación para gestionarla. Más realista que esperar a que la incertidumbre se calme es que nos vayamos acostumbrando a vivir en tiempos imprevisibles.

POSDATA.- He resumido los razonamientos de mi admirada periodista Marta García Aller sobre la incertidumbre que vivimos, en el escrito de hoy.

         Así mismo, cierro este escrito  con otro admirado poeta uruguayo, Jorge Drexler. La canción data de 2017 y está contenida en el disco “Salvavidas de hielo”. Está dedicada a su buen amigo Joaquín Ramón Martínez Sabina.

Fuimos cerrando uno a uno cuatro bares.

Montevideo, ya hacía rato, amanecía,

vos me augurabas oropeles y ultramares,

y al regresar del baño, ¿Quién no te creería?

 

Desorientado y confundiendo vocaciones

yo estaba preso en mi alegría diletante.

Me fui a Madrid con mi guitarra y mis canciones

haciendo caso a tu consejo delirante.

 

Y hoy que pasaron veintidós diciembres ya

de aquella noche loca que selló mi suerte,

esta canción, más vale tarde que jamás,

la escribo para agradecerte.

 

Y aunque sé bien que con tu empaque de ala triste

te da pudor la confesión de borrachera,

creo que sabes que el regalo que me hiciste

me cambió la vida entera.

 

Te quiero mucho más de lo que te lo cuento,

te veo mucho menos de lo que quisiera,

y como yo, una jauría de sedientos

que fuiste recogiendo por la carretera.

 

Te debo la milonga del moro judío

y otra turne por el Madrid de los excesos

donde aprendí a domar más de cien desvaríos

y a robar más de mil besos.


Tengo el detalle de camuflar tu apellido,

y quién lo quiera adivinar, que lo adivine

para nombrar a quien estoy agradecido

pongamos que hablo de Martínez.

 

Y aunque sé bien que con tu empaque de ala triste

te da pudor la confesión de borrachera

creo que sabes que el regalo que me hiciste

me cambió la vida entera.

Creo que sabes que el regalo que me hiciste

me cambió la vida entera


1 comentario:

  1. "Para el populismo, como para el nacionalismo, la culpa la tiene siempre el diferente, sea un robot o un inmigrante."
    Pero, ¿no habíamos quedado en que la culpa era de los fascistas?
    Son siempre los diferentes.
    A todo esto, no se trata de incertidumbres lo que nos afecta sino las contradicciones. Que no las menciona para nada.

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