Aunque la Real Academia de la Lengua Española no facilita la
definición de “poscensura”, mi admirado periodista Juan Soto Ivars escribe: “Lo que llamo “poscensura” es un fenómeno
desordenado de silenciamiento en medio del ruido que provoca la libertad”. Yo
añadiría, con modestia y firmeza, lo que he escrito en el titular: gente que al
parecer se sintió bastante satisfecha con la censura de la dictadura de Franco
durante cuarenta interminables años, y ahora, está dispuesta por todos sus
medios a prolongarla de nuevo.
Lo que la diferencia de la censura franquista es que la poscensura no necesita la participación ni la represión del poder, como venía a suceder en el transcurso de la Santa Inquisición o del franquismo; por tanto, no existen leyes dictadas y aprobadas por Gobierno alguno; ni, por supuesto, ningún funcionario que la ejerza.
Más que silenciar las ideas, tiene miedo a que nosotros expongamos
éstas en público. Lo que la pone en marcha es la ofensa, cuando ésta es libre,
la libertad de expresión se acobarda.
Las redes
sociales es la principal dinamo que alimenta las luces de la poscensura, junto
con el paulatino y evidente descrédito de bastantes medios de comunicación y la
muy alta sensibilidad y corrección política que nos inunda por todos lados.
Parte de la
sociedad obliga a la otra parte a tener en la cabeza dos tipos de lenguaje o de
decir y nombrar las cosas: una, cómo hablamos con la familia y las amistades; y
otra, cuando nos dirigimos al resto del personal; más o menos, como les sucedía
a nuestros padres en situaciones donde era muy peligroso emplear ciertas
palabras y conversaciones que “el régimen” desaprobaba con extrema contundencia.
La poscensura
no quema libros ni los censura, en su lugar y muy sibilinamente sentará unos
precedentes claros y severos. Los dictadores de la poscensura usarán como vil
coartada: tan sólo es una crítica, que no tienen ninguna intención de censurar
la obra, pero que es una mierda, que vulnera la libertad y las buenas
costumbres y también, algo que ellos practican en muy pocas ocasiones: los
derechos humanos. Se empeñan con mucha intensidad y con arteros medios en
hacernos creer que ellos no están a favor de la poscensura.
Escribía,
párrafos atrás, que la principal puesta en marcha de la poscensura era, sin
duda, las redes sociales; ante esto, poca capacidad de maniobra existe para
evitarla. El otro motor, casi no menos importante, es el auge que ha tenido en
los medios de comunicación con la absorción por parte de los grandes poderes
económicos de las cabeceras de los periódicos, emisoras de radio y televisión;
dosificando la inversión en publicidad según sea la docilidad de sus editores,
y las deudas y ambición desmedida de su Consejo de Administración.
Los medios
que están obligados, por lo que fuere, a la poscensura no tienen graduación
alguna para practicarla. Lo que se censura tiene que ser bueno o malo, sí o no,
blanco o negro, fuerte o débil. Para triturar al díscolo que tiene el coraje de
saltársela se amparan en la presión ejercida por su grupo; sacan de contexto,
tan sólo, aquello que les interesa censurar para hacerte quedar tal que un
mamarracho.
La poscensura es caprichosa y despiadada, obligando a practicar algo que hacía treinta años que había desaparecido de nuestro pensamiento. La practican aquellos que tienen enquistada la venganza en su cerebro y quieren hacernos creer que se trata sólo de justicia, eso sí, sin leyes ni procedimientos jurídicos que la amparen.
Acusan y condenan públicamente a personas, sacando de contexto o con vulgar estulticia lo que dicen y escriben, sin tener en cuenta si se trata de sabios, intelectuales, prestigiosos doctores, sinceros periodistas o gente de bien. No tienen miramientos con la buena reputación de las personas.
Hoy quiero poner un poema de Luis García Montero publicado en 1994, dentro del libro “Habitaciones separadas”. Lo tituló “Aunque tú no lo sepas”. Sirvió de inspiración a Quique González para escribir una canción y a la esposa de Luis, Almudena Grandes para crear una narración.
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo, pero existe,
así he vivido yo
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio. También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Evidentemente la censura a estas alturas de la humanidad, aún es algo muy práctico para la manipulación del ganado borreguil.
ResponderEliminarE incluso a nivel de nuestro pueblo, con una inusual práctica por parte de nuestros ediles, que viven de nuestros impuestos.
Estos incluso la practican, individualmente contra aquéllas personas que se atreven a decir lo que piensan.
Es decir y resumiendo, dictadores puros y duros.
Cuando escribe poderes económicos, ¿incluye el poder político?
ResponderEliminarNos haría un gran favor si analizara las causas y medios de esa poscensura. No creo que sea generación espontánea.
Y esa definición de fenómeno desordenado no me parece atinada. Es un asunto perfectamente ordenado, en dos acepciones, que se manda y que está organizado ordenadamente. Porque me imagino que la poscensura tiene beneficios para alguien.